BURGUESIA, GOBIERNO,[ Y OPOSICION. APOYOS Y RECHAZOS. /Como quien Vamos/(Eligio Damas)
Eligio Damas
From:
damas.eligio@gmail.com
To:
George Diaz
Tue, Mar 11 at 11:52 AM
Burguesía, gobierno y oposición. Apoyos y rechazos. ¿Con quién vamos?
Eligio Damas
¿Con quién vamos? Eso preguntó alguien dentro del bongo que remontaba el Arauca para llevar a Santos Luzardo a los espacios de Altamira. Le acompañaba, no de manera fortuita, Melquíades, “El brujeador”, capataz del hato El Miedo, de la “Doña”, su amante de alquiler.
¿Con quién vamos? Nos preguntamos nosotros en este estelar y trágico momento de la historia de la humanidad, donde los grandes capitales de distinta procedencia se disputan el control de los mercados y el mundo. Lo que no implica liberar a los economías domeñadas sino darle oportunidad de gozar como de “una libre competencia” o acceso a los mejores mercados, algo así como se decía en Venezuela, en los tiempos de antes, “matarse por su propio pulso”. Lo que nos lleva a plantearnos una definición o incógnita que ya creíamos resuelta, pero retorna a pedir aclaratorias.
Ya he leído y hasta oído, la opinión que lleva a confundir imperio con imperialismo, que no son exactamente lo mismo. Lo segundo se fundamenta en la exportación de capitales, que no lo hacían los imperios, aunque sí, como ahora, de todo, cultura llena de embustes y embauques. Confusión, deliberada o no que, como arma de doble filo, puede disparar por la culata y hacer daño a quien pudiera mal manejarla. El imperialismo no tiene patria, pese sus dueños tengan residencia, ni espacio definido, es el mundo todo donde los capitales que viajan a donde puedan obtener beneficios de la manera más fácil y hasta apelan a manejar o domesticar los gobiernos.
Hoy esta pregunta, ¿con quién vamos?, no es inherente a una respuesta estereotipada, la misma de los viejos años, como creer que todo aquel que haya acumulado un capital mediante las reglas del modelo, ahora mismo es digno de despojarlo del mismo, negarle oportunidad para cumplir un rol significativo en la recuperación de nuestra economía y menos si contribuye a generar riquezas y bienestar colectivo. Y no creo, en espejismos, como el que habla de un gobierno deliberadamente peleado con el capital, particularmente con el que opera en Venezuela y dispuesto a hacerlo con el de afuera. Y no ver ese espectáculo no incomoda para nada, más bien, en cierto límite, me satisface y llena de esperanzas, como que llegue el instante que, ya debería haber llegado, cuando los trabajadores, pensionados y jubilados, reciban una compensación justa.
No veo en el gobierno, y eso para nada me incomoda o genera malestar, intención de pelearse irracionalmente con el capital, pues no tiene otra opción que acordarse con el mismo en términos de equilibrio, justicia y racionalidad. Como tampoco juzgo mal que haga los esfuerzos necesarios para abrirle espacio y oportunidades a nuestro recurso petrolero en los mercados de EEUU, en los mismos términos. Tratar de enmendar errores del pasado, derivados del acoso, perspicacia, malos consejeros, como aquellos atascados por otras circunstancias demasiados complejas y hasta sueños infantiles, es una buena decisión.
Empecemos por definir, de manera convencional y estereotipada a la burguesía como la dueña del capital, que incluye medios de producción, con todo lo que eso implica, incluyendo el capital dinerario para operar.
Hay una estructura que, convencionalmente, podríamos llamar burguesía nacional, pese no lo es estrictamente hablando, dado que sus recursos tecnológicos, mercancías y mercados, están sujetos a relaciones de compra y venta con el capital de espacios externos.
Hay otra que, dentro del país está asociada al capital externo, tanto que sus empresas tienen socios nacionales, tanto que hasta viven y operan dentro del país, pero asociados a capital externo, hablamos de “empresas mixtas".
Pero también operan en el país empresas de capital exclusivamente externo, cuyos gerentes y operadores, conviven con los venezolanos y por distintos medios, operan en la vida nacional y tienen incidencia en la enmarañada cotidianidad.
Todo ello habla de una burguesía existente en Venezuela, cuyo propósito, estrictamente hablando, sin odios ni puritanismos, es obtener los mejores beneficios. Es tarea del Estado que eso tenga los límites que demandan las relaciones económicas y el humanismo.
Entonces hay en Venezuela capital nacional por su origen y fines. Pero por sus operaciones, relacionadas con el capital externo, al cual compra o vende, por lo que, de alguna manera de él se contamina. Eso es inevitable y depende del nivel de esas relaciones. Y como dijimos, hay un capital imbricado. Aquel donde una porción, grande o pequeña, determinante o no, de origen externo, entra en sociedad con el interno y eso, es un motivo más para determinar un rumbo y sentido del movimiento.
Porque hay aquello que “a mediados del siglo pasado”, unos economistas latinoamericanos llamaron los “capitales golondrinas”. Esos que viajan, por distintos motivos, como buscar mejores ganancias y hasta evadir u ocultar algo insano, de unos países, hasta de los pobres del tercer mundo, a otros, que pudiera ser EEUU y hasta China. Como también se habló de la “imbricación” de capitales, ese donde los golondrinas, provenientes de las economías fuertes se asocian en espacios diferentes a su origen y donde hasta entran los de economías del tercer mundo. Como que podemos hallar en Europa y hasta en China y en EEUU, capital acumulado en Venezuela. ¡Cuánto capital golondrina, acumulado dentro de lo permitido por la ley, las costumbres y derivado de la corrupción en Venezuela, se ha esparcido por el mundo y hasta en las economías fuertes!
La burguesía entonces, entendiéndola como la dueña del capital, tiene motivos para incubar contradicciones en su seno, más allá de eso simple que cada burgués desea las mayores ganancias para sí. Esto significa que, esas burguesías pudieran tener, aparte de contradicciones derivadas de los negocios mismos, otras de carácter político. No es extraño que, en el seno del capitalismo, sectores burgueses tengan distintas preferencias políticas. Los partidos demócrata y republicano de EEUU, no sólo tienen sus particulares aliados de la burguesía, el capital, sino también estos asumen la misma actitud. Una parte del capital se ve mejor representada en los republicanos y otra en los demócratas. Sin negar, pues es inherente a su filosofía, “principios” o mejor intereses de clase, que esas adherencias, en ciertos momentos, puedan sufrir mutaciones, todo depende como “se mueve el muñeco o la muñeca”. Y también pudiera suceder aquello de, “tanto va el cántaro agua hasta que se rompe”, como que el factor capital no halló en el político la atención compensatoria.
De modo que el capital y la burguesía que lo atesora, no deja de tener contradicciones en su seno. Ella no es coherente, no es una barra de hierro fundido que necesita un fuerte acelerador, un calor intenso para derretirse o cambiar. Tiene “su corazoncito”, sus nervios e intereses dispares que pueden entrar en contradicción sin muchas dificultades.
Es obvio, hablando en términos estrictamente políticos, que ella, la burguesía, el capital, según sus particulares y específicos intereses, suele sentirse más cerca de un polo que de otro y, en veces, en medio de las crisis, pudieran hasta cambiar de bando.
Es históricamente verdadero que, en los finales del siglo XX y comienzos del XXI, Fedecámaras, el organismo empresarial que representa a los capitales que operan en Venezuela, al margen de su origen, hizo causa común con los factores interesados en tumbar al gobierno, por razones por demás conocidas.
Pero también es demasiado evidente que, llegado un momento, cuando la estrategia destinada de deshacerse del gobierno por la fuerza se mostró incompetente y por demás costosa, el organismo empresarial cambió de liderazgo; buscó y logro acuerdos con el gobierno. Pues las sanciones económicas aplicadas por EEUU, asociadas a la salida violenta, que no eran sólo para golpear a individuos de la dirigencia política oficial sino a la economía toda, a los trabajadores, terminaron también surtiendo el mismo efecto sobre el capital y, en gran medida golpearon al empresariado. Pues ellas, las sanciones se ampliaron, profundizaron, alargaron en el tiempo y en nada sustantivo, políticamente hablando, se tradujeron.
Por eso vimos poco tiempo atrás, a Fedecámaras acercarse al gobierno, coincidir con este en muchas cosas y particularmente distanciarse de la política opositora radical. Ahora mismo, Adam Celis, presidente de Fedecámaras, “la mayor patronal de Venezuela, pidió al Gobierno y a la oposición «dejar a un lado sus intereses propios» y trabajar en un «gran acuerdo nacional» en pro de la recuperación del país. El empresariado venezolano siempre ha mantenido la posición de que es necesario que las partes (oposición y Gobierno) lleguen a un gran acuerdo nacional”.
https://www.costadelsolfm.org/2025/02/28/fedecamaras-hace-responsable-de-la-crisis-a-la-oposicion-venezolana-y-le-pidio-llegar-a-un-acuerdo-con-el-gobierno/
De manera que, no es pertinente afirmar que, la “burguesía venezolana hace causa común con el imperialismo,” en lo pertinente a las sanciones. Es un diagnóstico alejado totalmente de la realidad que afortunadamente tampoco tiene incidencia en las relaciones del Estado y los poderes fácticos, pero pudiera servir de argumento para quienes aspiran hallar sustento para mantener el estado de incertidumbre que padecemos. Una porción política, de aquel universo que durante años estuvo en opciones como “La salida”, en la “presidencia interina”, que ahora se cambió a la consigna de “hasta el final”, no se le puede definir como una expresión sustantiva o determinantemente representativa de la burguesía del espacio nacional
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