DE LOS GARRAFALES ERRORES EN LA HISTORIA DE VENEZUELA. UN BALANCE LIGERO(Eligio Damas)

De los garrafales errores en la historia de Venezuela. Un balance ligero Eligio Damas Ahorita mismo, mientras me preparaba el desayuno, después de haber montado las arepas, por esa incesante conducta de formularme una pregunta tras otra e incitado por un comentario trivial hecho por alguien, según el cual, Betancourt, sentenció como un error, haber escogido a Don Rómulo Gallegos, como candidato presidencial, dada su presunta inexperiencia en el manejo de la política, tanto que el primero, justificó en ello el golpe de Estado del cual fue víctima el viejo maestro y excelente novelista, me formulé una interrogante: ¿Cuáles son los errores más contundentes e impactantes en la historia de Venezuela cometidos por su dirigencia? De inmediato, mientras freía unos huevos con cebolla y tomate, hice un ligero balance de lo que creo y recuerdo. Por supuesto, lo que aquí escribo no sólo no envuelve el todo, quizás haya quienes valoren lo que menciono de otra manera, pero, en todo caso, sirve para abrir una discusión y hallar mejores respuestas. También debo advertir que, trabajo de memoria, dado que no me anima o preocupa lo académico y sólo haré mención de autores o hechos que me sirvan de fundamento, en la medida que la memoria me lo permita. He empezado a escribir esto a las 11.58 a.m. de hoy miércoles, 26/11/2025, espero enviarlo a Aporrea entre las 2 y 3 p.m. Lo que no significa que lo terminaré para ese momento. Es caso seguro que antes de las 12.30 p.m. ya esté listo. El primer gran error cometido por nuestra dirigencia, fue la elaboración de la Constitución de 1811. Y no fue, por lo que persistentemente dijo Bolívar, la federación. Pues como sabemos, él, ganado con empeño justificado para unir todas las fuerzas de las diferentes provincias que recién se habían unido, creyó y predicó, léase “El Manifiesto de Cartagena”, que la caída de la primera República se debió, en primer y casi determinante término, al Federalismo. Pasó por alto los rasgos clasistas de la constitución de 1811 que, a los venezolanos unidos en la lucha por la inicial independencia de España, desde el movimiento de José Leonardo Chirinos y Gual y España, separó cuando mantuvo inalterable el régimen esclavista y cometió el atropello de despojar a campesinos libres de sus tierras y todo animal viviente de la sabana, para otorgarlos a los mantuanos. Lo que se llamaba “realengo”, del rey y luego de todos, como las sabanas, pasó a ser propiedad de los mantuanos. Por ella, y sus decisiones, que incluyó negar el voto a los pobres, emergió dentro del movimiento popular, de negros esclavos, libres y campesinos depauperados, la figura de Boves. Llegado aquí, la memoria me incita a recordar a los lectores las obras de Germán Carrera Damas, “Boves, el primer caudillo popular venezolano” y “La Revolución de 1814” de Juan Uslar, además de revisar la Constitución de 1811. Para Bolívar mismo, pues con posterioridad lo admitió, el fusilamiento de Piar fue otro error descomunal. Pues fortaleció la influencia de las corrientes esclavistas dentro de los luchadores por la independencia, que si bien, estaban al lado de la lucha independentista, lejos de fortalecerla la debilitaban y le restaban apoyo popular, pues no era sólo el reclamo de Piar en favor de los esclavos, sino el de los esclavos mismos y los campesinos por tierra. De esa injusticia, como ya dijimos, emergió Boves. Bastó que este fuese eliminado en 1814 en la batalla de Urica, para que la guerra tomase otro rumbo. Como dijo alguien, creo que ahora no recuerdo, a partir de ese momento, la dirigencia de la guerra, por parte de los republicanos, pasó de las delicadas manos del Marqués del Toro, gran propietario y esclavista, a las de rudos combatientes como Páez y los generales de oriente. Pero pese lo anterior, todavía en 1817, un tribunal predispuesto y determinado, Bolívar fusila a Piar por su empecinamiento en el tema del esclavismo. Como dijo alguien, quizás Bolívar temió por su liderazgo ante aquel general que, en su carrera de guerrero, sólo había perdido una batalla, la de “El Salado”, en Cumaná, en 1814, intentando parar a Boves. Pero, además, había logrado la hazaña de liberar Angostura, una plaza añorada por los guerreros orientales desde 1811 y de un enorme importancia estratégica como lo demostraron los hechos posteriores. Y Piar tenía el más grande y mejor organizado ejército patriota, en enorme número, compuesto por esclavos. Otro error garrafal fue la Guerra Federal. Fueron años de guerra y desgaste de la economía nacional entre dos fuerzas que se decían diametralmente opuestas, liberales y conservadores, que no era otra cosa que una entre propietarios de esclavos y tierras, lo derivado de la constitución y la nueva clase de comerciantes y usureros. En esa lucha se nos fueron las fuerzas, recursos y esperanzas, los esclavos siguieron siéndolo y el semifeudalismo se mantuvo inalterable. Sólo sacamos de allí una leyenda para ocupar espacio en el panteón, la figura de Zamora, tan difusa que ahora mismo tuve que acudir al ordenador para que me la recordase. Y se le volvió héroe solo por haber dicho “tierras y hombres libres”, lo que dijo todo el movimiento federal triunfante, pero llegado al poder dejó todo como estaba. Llegado a este punto, recuerdo al “General no tiene quien le escriba” y al General Aureliano Buendía, en “Cien años de Soledad”, cuando pregunta a su compadre Gerinaldo Márquez, “Por quién luchamos compadre”, a lo que el interrogado contestó, “Pues, por quién va a ser compadre; por el Partido liberal”. Buendía ante esta respuesta, reaccionó diciendo, “dichoso usted que lo sabe. Pues yo no sé por quién luché”. Se habían visto envueltos en las guerras entre liberales y conservadores de Colombia, que nada tenían que ver con los intereses de Buendía. Tanto que, al Coronel se le fue la vida, “Yendo y viniendo”, de su casa al correo, en busca del oficio que le otorgase la pensión por sus servicios en las guerras. Y llegamos al golpe de Estado dado, por una coalición político militar en la que descollaron Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez, al entonces presidente General Isaías Medina Angarita, era el año de 1945. Al llegar aquí, recuerdo y recomiendo los trabajos sobre este tema de Oscar Battaglini. Fue ese un error descomunal pues, pese ser el entonces presidente heredero del gomecismo y todavía se mantenían ciertas privaciones en el ejercicio del derecho popular, como en el voto, aquel gobierno venía paulatinamente abriéndose, dando cambios y, particularmente, estaba ejerciendo, en materia petrolera, una política muy favorable a los intereses nacionales. Y esas circunstancias garantizaban un proceso de cambio en paz y entendimiento. El golpe de estado contra Medina, en 1945, que dio origen a la mal llamada “Revolución de Octubre”, precisamente como la rusa de 1917 y del partido bolchevique, en donde Betancourt se confabuló con Pérez Jiménez, derivó hacia unos rápidos cambios, sobre todo en materia electoral, como el voto a la mujer, pero también fue fundamento para el golpe militar contra el recién electo presidente Rómulo Gallegos, con la anuencia y convalidación del gobierno de Estados Unidos. Este golpe militar que hunde a Venezuela en una larga y cruenta dictadura de más de diez años, se podría decir que, fue hijo o generado por el dado en 1945, con el fin de apresurar unos cambios que venían dándose lentamente, pero con seguridad. Y así arribamos al error de 1958, cuando las fuerzas políticas que habían ayudado tenazmente a derrocar la dictadura, como AD, PCV, personalidades independientes y militantes de otros partidos, sin estructura sólida, como URD, en lugar de insistir y volver triunfante el proyecto de candidatura única e independiente, como la representada en la figura del Dr. Rafael Pizani, unificadora y de amplia aceptación, se permitió que se impusiese la capacidad de maniobra de Betancourt, quien aprovechándose de las contradicciones internas de AD, impuso la candidatura de partido, la suya y rompió la unidad popular, generada en las luchas contra la dictadura, para imponer lo determinado en el Pacto de Punto Fijo. Y luego vienen disparates, como la división de AD para crear el MIR, de lo que antes hablé en mi artículo titulado, Hablando en mi soledad del absurdo del MIR de irse a la guerra, a las montañas, "donde no teníamos a nadie", el cual para este momento ha llegado a la cifra de 43 mil lectores. https://www.aporrea.org/actualidad/a342865.html Y no obstante lo anterior, justamente en un momento que el gobierno de Betancourt está debilitado, por sus políticas económicas, abandonado del fervor popular que se vuelca hacia nosotros, el PCV y hasta URD mismo y pone en vigencia de nuevo la alternativa de buscar una candidatura amplia unitaria, con un programa de acuerdo a los intereses de esas fuerzas sólidas y de gran apoyo popular, inventamos lo de la guerra de guerrillas. O mejor nos dejamos enredar en una estrategia ajena, del interés del Estado soviético y su aliado, el gobierno cubano. Por esa opción sin fundamento, dejamos las ciudades, todo el apoyo que en ella teníamos, nos embarcamos en una lucha, la única de las posibles, donde el gobierno podía derrotarnos. Dejamos a nuestra gente en las calles, esperando a la dirigencia popular sin sustento y los partidos que, debían ser vanguardia popular, prácticamente se disolvieron para, convertidos en pequeñas y aisladas partidas mal armadas y preparadas, se fueran a las montañas a matar garrapatas y mosquitos. Por todo aquello, cuando Chávez accede al poder, ganando las elecciones de 1959, los partidos que pudieran haber puesto orden, ejercer en base a su experiencia, pues de los errores bastante se aprende, habían sucumbido y carecían de fuerza para servir de referencia y control en el manejo del Estado.