Incongruencias de los otorgantes del premio Nobel. ¿Para la paz o para la guerra?
Eligio Damas
El premio Nobel de la paz, resultó del testamento de Alfredo Nobel, como una muestra o deseo de ser “perdonado” y recibido por el “Señor” y la posteridad, dado su talento y rango social, pese sus destructivos inventos, como la dinamita. Por eso, como en un gesto de auto de redención, hasta si se quiere muy loable, en su testamento, luego de distribuir buena parte de su cuantiosa fortuna, especialmente entre sus descendientes, derivada de abundantes inventos y negocios asociados a ellos, dejó establecido que, anualmente, se otorgaran diferentes premios a personas destacadas del mundo, por sus aportes a la humanidad, y particularmente, “Una parte a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz”.
El premio Nobel de la paz, uno de los tantos que se otorgan por disposición de su mentor, pues lo hay en varias áreas, anualmente lo otorga una comisión de cinco representantes del parlamento sueco.
Es propio de esto pensar que, la forma de evaluar, valorar, de esta comisión, debe ser diferente y, en efecto lo es, al de las instituciones que escogen los otros premios Nobel.
Pues es habitual que, los políticos, tiendan evaluar diferente, como que pesa mucho sobre ellos las presiones de los Estados y personas poderosas, dado el carácter de la confrontación mundial. De manera que hoy, el premio Nobel de la Paz, cuando digo hoy, abarco un espacio largo y ancho, pues quienes lo otorgan, atienden más que a lo acontecido a lo que esperan del futuro. Pero también sus decisiones están determinadas, no por el accionar del individuo que sea objeto de la premiación, sino por el carácter de las confrontaciones a nivel mundial, en un espacio determinado y de acuerdo al interés mayoritario del parlamento sueco, quienes integran el ente para escoger los premiados. Es decir, las relaciones diplomáticas, la conveniencia del Estado sueco y, en consecuencia, quienes en él dominan, determinan quiénes serán los premiados.
Es oportuno, para aprovechar el espacio, recordar algunas anécdotas, usando esta palabra muy deliberadamente para que, los lectores no encuentren fundamentos para incomodarse, acerca del Nobel. Las mencionaré estrictamente en orden cronológico.
Humberto Fernández Morán, “maracucho” y, en consecuencia, venezolano, talentoso, genial, productivo investigador y científico, “pecó por inocente”, al aceptar la designación de ministro de Educación, en los días finales del gobierno de Pérez Jiménez. Sus aportes a la ciencia de entonces, fueron de reconocimiento mundial y a nivel interior de Venezuela. Particularmente dentro del movimiento estudiantil, era yo un estudiante, gozaba de gran prestigio, reconocimiento y afecto. Los venezolanos nos sentíamos orgullosos de él. En nuestras tantas conversaciones y momentos de evaluación, solíamos trabajar con sus aportes.
Por esta evaluación y afecto del venezolano y particularmente del movimiento estudiantil, Pérez Jiménez, en sus días finales, como diría el “hermano morrocoy”, Miguel Otero Silva, “se jugó a Rosalinda”, moviendo esa pieza en el tablero. Pues eran los estudiantes, a lo largo de toda Venezuela, quienes agitaban y promovían las nutridas protestas de esos días. Esperó que “el brujo de Pipe”, un científico, se volviese mago y le “sacara las castañas del fuego”. Y al tomar posesión del cargo, Fernández Morán, hizo un discurso, transmitido por toda la red de emisoras radiales de Venezuela, o como se dice o decía, “en cadena nacional”, dirigido particularmente al estudiantado, llamándole a volver al redil. Aquel gesto, produjo un hondo dolor, hasta frustración, ver u oír a nuestro ídolo, “Mago de Oz”, pronunciando un llamado en favor de una dictadura que repudiábamos.
Pero este hombre, a quien como sentí y percibí en el mundo donde me movía, terminamos perdonando y hasta olvidando se prestase a aquella jugada. Primero, porque sabíamos bien que sus trabajos habían sido exitosos, en buena medida, por el respaldo que el dictador le había brindado. Es decir, Fernández Morán tenía razones, fundamentos, más allá de lo estrictamente personal, para brindarle al dictador su apoyo en aquel momento de apremio. Posiblemente, en su buena fe, él evaluó, de acuerdo al aporte que aquel gobierno dictatorial daba a la ciencia.
Pero “el brujo de Pipe”, posteriormente, viviendo en EEUU, donde terminó exiliado, pues no recuerdo si le persiguieron, se sintió perseguido o amenazado, por “colaborador de la dictadura”, como se le calificó entonces, pues por la evaluación política, su aporte a la ciencia no tuvo en ese momento valor alguno, hizo un bello gesto que le devolvió mi reconocimiento al nivel inicial. Pues, es bueno decir que, los venezolanos conscientes de mi generación, lejos de condenarle, nos sentíamos como tristes por todo aquello.
A Fernández Morán, por gestiones de algunas instituciones y el interés mismo del gobierno estadounidense de entonces, le ofrecieron que solicitarían a la institución del Nobel, se le otorgase ese reconocimiento en el área correspondiente, con la condición que se hiciese nacional de ese país. Lo que hoy es un sueño de muchos, por tantas cosas, hasta más allá del simple “sueño americano”, “el brujo de Pipe”, rechazó. Y no rechazó la gestión o el premio que, con seguridad le darían, en virtud de su valioso aporte a la ciencia, sino también dado el peso del solicitante o solicitantes, por la condición que le imponían, renunciar a su nacionalidad venezolana.
Y es bello, digno, recordar, el gesto de Jean Paul Sartre, filósofo, dramaturgo, novelista de significación e influencia a nivel mundial. Aparte de su extensa y densa obra, Sartre tuvo el mérito de ser promotor del merecido y hasta negado en buena parte del mundo, reconocimiento y admiración a uno de los novelistas más grandes de la humanidad, Frank Kafka, autor de aquellas novelas como “El Proceso”, “América” y la breve narración “La Metamorfosis”. La capacidad o genialidad narrativa de Kafka, le permitió recoger en conceptos nada difíciles de aprehender, hondas y significativas evaluaciones de la sociedad humana, prevaleciente en su tiempo y de gran valor y vigencia ahora mismo. En Praga, invitado por el gobierno checo, siendo Checoslovaquia, parte de URSS, Sartre pronunció un discurso centrado en la obra de Kafka, que hizo que aquellos gobernantes, determinados por un simplismo o manualismo infantil y determinismo hasta cruel, mantuvieron a su más grande escritor, narrador en el anonimato, lo reconociesen de manera oficial en su cultura.
Sartre, pese su nacionalidad francesa, como gran parte de los intelectuales franceses de su tiempo, en buena medida, inspirados en él, se mostraron solidarios con los combatientes argelinos por la liberación de su patria, entonces colonia francesa. Y era tanto su peso e influencia en el pensamiento de entonces que, en medio de aquella guerra de liberación, factores de la derecha pidiesen al entonces presidente, el general Charles de Gaulle, que detuviese al gran filósofo y narrador, por lo que el primero respondió, “detener a Sartre, es detener a Francia”. Pues a veces, un personaje pesa más preso, en la cárcel, que en la calle.
Recuerdo, en los tiempos de la guerra de Vietnam, cuando en México, estaba detenido, por su militancia comunista y actividades, en buena parte relacionada con aquella contienda por la liberación del pueblo asiático, el último de los grandes muralistas mexicanos, David Alfaro Siqueiros, como en su país y en toda América Latina, por él, se producían diariamente actos masivos y de propaganda de solidaridad. Siqueiros y los luchadores vietnamitas, se mezclaban en las protestas populares de los pueblos de América Latina.
Volviendo a Sartre, es digno y hasta bello recordar como, habiéndosele otorgado el premio Nobel de Literatura, lo rechazó en gesto de solidaridad con quienes en Venezuela eran víctimas de la represión dura, cruel, en la década del sesenta del siglo XX. No fue en respaldo a la guerra de guerrillas, una gestión entonces ya cuestionada en buena parte de Venezuela, incluyendo factores progresistas y de izquierda, sino contra la brutalidad represiva.
Y también es pertinente recordar, como la comisión parlamentaria sueca del premio Nobel, otorgó tal merecimiento, al entonces recién electo presidente de Estados Unidos Barak Obama, el primer y hasta ahora, único afroamericano en alcanzar tal sitial. Entonces no se supo, como todavía no se sabe, cuál fue la intención de aquel gesto. Aún no había fundamentos para evaluar su gestión, sobre todo en lo relativo a la política internacional y, en su vida ciudadana anterior, tampoco había méritos para aquello. Hubo quienes dijeron que fue una maniobra destinada a ganárselo para una política de paz, para un país que había estado metido en abundantes y largas guerras. Otros, quizás más prevenidos, explicaron que fue un proceder, para avalar, darle dignidad, a lo que luego haría, como que Obama, hizo más guerras que los presidentes anteriores.
El premio Nobel de la Paz, como que, a partir de aquel momento, cambió el espíritu que motivó a Alfredo Nobel y, de hecho, se convirtió en premio de la guerra o de los guerreros. Por lo que me hace recordar aquella frase poética, de “Rayos de luz en la paz y arco iris en la guerra”, atribuida a distintos poetas, como al chileno Pablo Neruda, por cierto, premio Nobel de Poesía; quien la usó en “Canto a Bolívar”; al colombiano José Eustasio de Rivera, en el poema al “Almirante Padilla” y al venezolano Tomás Ignacio Potentini, en “Canto a Bolívar”. Aunque es bueno recordar o tomar como referencia, que este último, nació en 1859, 29 años antes que el colombiano y 45 antes que el chileno.
La obra de Neruda sobre Bolívar fue escrita en 1941, la de Rivera en 1921 y la del venezolano Potentini entre 1889-90.
Es decir, al parecer, según lo que “venimos viendo”, el premio Nobel, ahora, nada tiene que ver con las originales intenciones de Alfredo Nobel, quien como que, expiando culpas, por inventos destructivos como la dinamita, lo destinó a premiar a aquellos que llaman a los niños “a jugar a la paz, porque la guerra es mala”.
Suecia pertenece a la OTAN. Y es una comisión del parlamento sueco, la encargada de otorgar el Nobel, no los descendientes del inventor sueco, Alfredo Nobel. La OTAN, está metida en la lucha por el control mundial y, en consecuencia, enfrentada a otros países que andan en lo mismo o por la multipolaridad, que sería una repartición pacífica; y uno de los recursos privilegiados en esa confrontación, es la guerra. Opción que, además, beneficia al capital invertido en el armamentismo, uno de los grandes negocios de hoy. En la OTAN está, como bien se sabe, EEUU. Por eso, posiblemente, lo del premio Nobel adelantado a Obama, fue para ennoblecerle para que hiciese la guerra.
Para finalizar, es válido repetir la aspiración u objetivo de Nobel, con respecto al destino u objetivo del premio “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz”.
Lo demás, se lo dejó al lector. Pese lo largo de esto, diré, “a buen entendedor pocas palabras”.
?COMO ENTENDER EL FENOMENO BOVES SI NO ESTUDIAMOS CRITICAMENTE EL 5 DE JULIO Y LA CONSTITUCION DE 1811?(Eligio Damas)
¿Cómo entender el fenómeno Boves si no estudiamos críticamente el 5 de julio y la constitución de 1811? Eligio Damas Aquel 5 de julio de 1811, se declaró la independencia, puso fin a la etapa iniciada el 19 de abril del año anterior y condujo pocos meses después, el 21 de diciembre de 1811, a la promulgación de nuestra primera constitución. A partir de ese momento se iniciará una dura jornada de guerras, tropelías, en gran medida determinadas por los privilegios que esa, nuestra primera carta magna, asignó a los mantuanos. Es decir, todo ese proceso, más o menos pacífico, sólo condujo a la creación de una república mantuana, donde esta clase tuvo más privilegios que durante la colonia. La declaración de la independencia y la promulgación de aquella constitución de 1811, con la cual los mantuanos creyeron haber resuelto la contradicción fundamental, al desatar los vínculos con España, creó las bases para el regreso y reactivación de las fuerzas realistas,...
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