EE.UU, CHINA Y RUSIA , TRES COMPETIDORES, VISTOS POR SUS AGENTES O PARTIDARIOS Y DESDE NUESTRA CONVENIENCIA(Eligio Damas)
EEUU, China y Rusia, tres competidores, vistos por sus agentes o partidarios y desde nuestra conveniencia.
Eligio Damas
El cuadro mundial de hoy es sencillo. Para entenderlo no se necesita leer esos complicados textos de académicos que hablan para ellos, sus colegas e íntimos compañeros de tertulias; basta quitarse la costra de la ortodoxia que, el pasado, genera en uno y en muchos que escriben; pues no se trata de buscar reconocimientos, sino ayudar a encontrar caminos, espacios donde puedan transitar las multitudes agarradas de las manos.
Yo aprendí mucho de Goya, no en textos o conferencias, estando en España con mi inolvidable compañera; hicimos algo poco habitual en unos turistas, nos pasamos tres días, en el Museo Del Prado, mirando detenidamente cada uno de los cuadros del pintor zaragozano, expuestos en la sala dedicada a él y, tomando nota de cada uno de los cambios que introducía. Digo esto, porque observar, implica poner atención a los detalles y percibir, cómo los cambios, se dan de manera sutil hasta que se suman y llega la realidad, en un momento, a distanciarse de lo que antes fue.
China, en buena medida, dejó el pasado atrás. No sólo aquel del imperio de los zares, hundido por Mao, sino el supuesto socialismo, que no era otra cosa que, un capitalismo de Estado, donde este era dueño y patrón de todo. Y se transformó, usando capitales externos, incluso de EEUU, en favor suyo y su abundante mano de obra barata, en una potencia capitalista, donde el privado y el estatal subsisten. Y como potencia capitalista que es, con abundante mercancía que vender y capitales por exportar, se convirtió en una imperialista, que, como tal, busca mercados y las mejores ventajas. Es decir, China, hoy, no compite con países como EEUU o de Europa, en función de ideología o sueños. Le da igual lo que piensen los gobernantes de los países donde llega o entra, con tal que halle ventajas. No le importó el Chile de Piñera y en ese país hizo grandes inversiones, aprovechando las ventajas. No es difícil saber que China tiene inversiones hasta cuantiosas, con países cuyos gobernantes, nada quieren saber de comunismo, como el país asiático tampoco. Pese mantengan, quizás por convencionalismos, eso de Partido Comunista, pero uno, donde la imagen de Mao se hace cada día más difusa.
Por supuesto, el modelo político chino, el del partido único, el llamado todavía de manera convencional Partido Comunista Chino, tiene sus raíces, identidad, con el modelo imperial. Cuando el Partido comunista chino accede al poder, tiene tras de sí, la herencia autoritaria del imperio, donde el Emperador era el amo, señor y dios en todo aquel inmenso espacio. Los seres humanos no tenían mayor significado, sólo eran mano de obra abundante, improductiva y sometida a la mayor miseria. Decir que lo autoritario nació en China con el PC, es una mentira y desconocer la historia. Los comunistas chinos copiaron o asumieron lo autoritario por inercia o mejor herencia; eso le vino del pasado.
Cuando los rusos experimentaron aquel proceso que llamaron “Revolución bolchevique”, lo hicieron contra el zarismo. Un régimen con mucho de feudalismo y de lo chino, donde el zar y mandantes por herencia en distintos espacios de la misma geografía, eran dueños de toda cosa con derecho a propiedad, hasta la gente, que no gozaba de derecho alguno. Esto es el caldo de cultivo también del partido bolchevique, el partido único, mecanismo propio para seguir dentro de lo autoritario.
De modo que, lo autoritario de esos regímenes, propio de la cultura humana, es herencia del pasado reciente de ellos. Es inusual, impertinente, pensar que, de una cultura largamente autoritaria, pueda emerger de inmediato, una radicalmente distinta. Es lo mismo que creen muchos que, el capitalismo se puede cambiar a socialismo de un solo porrazo o como resultado de un acto de magia de esas vanguardias heroicas, al estilo de la literatura griega.
Por lo anterior, Rusia, con el partido bolchevique, como partido único, el zar era él y solo él, se estructuró como un régimen autoritario. Incluso, como partido practicaba lo del “centralismo democrático”, derivado de las cavilaciones de Lenin, lo que practican casi todos los partidos del mundo. Cuando más, sólo una pequeña vanguardia, pese se hable de democracia, tiene oportunidad de decidir sobre lo cotidiano y hasta trascendente. En muchos se elige al presidente y autoridades, pero de allí en adelante todo se resuelve en cogollos.
Como resultado de la segunda guerra mundial y la repartición entre las potencias triunfantes, se creó la URSS, en correspondencia con la concepción que privaba entre los bolcheviques, que se profundizó con Stalin.
Pero ya sabemos la historia; la URSS, un modelo también capitalista de Estado, no habiendo la experiencia china, terminó en la ruina, porque el Estado no hace socialismo o no cambia sustantivamente la sociedad, a menos que las clases con poder así lo determinen. Él, es un simple instrumento que camina hacia adelante, tal como está concebido por quienes tienen poder para eso. Y en la URSS, es mentira, nunca los trabajadores estuvieron en el poder; ni hubo democracia socialista; los roles de mandantes los jugaron los burócratas de los partidos al estilo bolchevique.
La disolución de la URSS, significó el retorno de todos esos países al modelo capitalista, por un simple asunto de supervivencia y reacción como instintiva. Era la única experiencia que tenían a mano, respuesta casi mecánica de la cultura humana; no había renacido la experiencia china. Y, en el país asiático, se experimentaban las mismas calamidades.
Entonces, por la vía del capitalismo y en virtud de sus recursos naturales, donde el petróleo ha jugado un rol significativo, Rusia se convierte rápidamente en una referencia mundial, desde la perspectiva económica y militar. Pasa con rapidez a competir en el mercado mundial hasta como exportadora de capital. Es decir, también como China, asume el rol de país imperialista, aunque en menores dimensiones.
De modo que hoy, China y Rusia, no son lo de antes, referencias ideológicas, partidarias de una propuesta política y modelo social que terminó en el fracaso, sino unos países que, como capitalistas, con las mismas reglas, salvo en diferencias de estilo, conducta, compiten con las viejas o primeras potencias del mismo modelo por el dominio o distribución del mercado mundial, para vender mercancías o colocar capitales.
Este es el verdadero cuadro mundial, no el que uno se imagina, quiere o copia del pasado, para una determinación u otra.
Dentro de ese cuadro mundial o coyuntura, los países de economías débiles, vistos por las grandes potencias del capitalismo mundial como “presas”, en el mejor y más sano sentido de la palabra o como espacios para penetrar, no tienen ningún motivo ideológico para sentirse tentados o ganados para decidirse. Pues ante el pragmatismo del capital, al margen de quien sea su propietario o mandante, debe prevalecer, imponerse, la conveniencia e interés o también pragmatismo, de los países pequeños, necesitados de esas relaciones, bien para vender sus mercancías o recibir sus capitales. No hay sustento en la realidad para pensar en ideologías del capital, pues la de este, venga de donde venga, obedece a la misma lógica, ganar lo más posible; pero el receptor debe hacer que su lógica, también entre en las relaciones. Como hacer buenas negociaciones e invertir en el desarrollo de sus propias ventajas.
Los capitales nuevos, mercaderes que buscan nueva clientela, suelen hacer mejores ofertas. Es lo que llaman la competencia, una práctica usual y de vieja procedencia.
EEUU, no sólo, según expertos, hasta de origen norteamericano, no tiene el control mundial de antes; se habla de una economía en decadencia y con una muy pesada deuda. Pero al margen de esto, es fácilmente perceptible que, hoy tiene frente así, una fuerte competencia, en donde China y Rusia desempeñan roles destacados; pero hay muchos más, como que, hasta Brasil, entra en ese grupo.
La intemperancia de Trump, el aumento de la tradicional agresividad norteamericana desde hace unos cuantos años atrás, tiene su explicación en el nacimiento de esos competidores. Si no es valedero hablar de decadencia, si de un cuadro donde EEUU hoy, no tiene como antes, el control de la economía mundial y teme a las negociaciones de sus competidores de ahora ante los mercados y la economías débiles. Por eso, para EEUU, Venezuela, dada su posición geográfica y enormes recursos, donde hasta el agua es sustantiva, es una pieza de enorme valor.
Pero los venezolanos, no actuaríamos con pertinencia, si nos empeñamos en mirar el cuadro mundial como lo fue en los tiempos de la “guerra fría”, como que vivíamos en una era de lucha ideológica, entre el bien y el mal.
Luchamos por nuestra subsistencia, soñado despegar hacia una economía productiva y sustentable, no sujeta al rentismo y decisiones de los compradores de nuestro recurso, más en un momento cuando la OPEP pierde el control que antes tuvo. Pero tampoco, podemos terminar repitiendo el error de la política de la sustitución de importaciones. Es decir, no sujetemos nuestra economía a las decisiones de ninguna potencia, la que sea, por encandilarnos con una supuesta ideología que nos envolvería entre santos y querubines. El capitalismo que impera en el mundo de hoy, si algún santo e idea tiene, es la inherente a los fines de la inversión de capital.
Por todo lo anterior, recordando una frase que suelo usar en estos casos, “novio nuevo no se mea la poceta de la casa de la novia”. Ese gesto cuidadoso y otros bondadosos, para ganarse nuestra simpatía y confianza, no es suficiente, es mejor el pragmatismo, del “cuánto hay pa´ eso”. Es decir, para hacer humana y práctica el uso de esa expresión desacreditada, en el caso de nuestras relaciones convenientes, tenemos que guiarnos por las mejores ventajas en cada caso y aprovechar la competitividad entre las grandes potencias para sacarle ventajas. O lo que es lo mismo, eso de la ideología, ante el movimiento, la astucia del capital y capitalismo de hoy, es una falsedad y hasta sueño. Dejemos que cada quien mueva sus fichas, estudiemos sus movimientos, ofertas y en cada caso, decidamos de acuerdo al interés nacional.
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