ANTE USA Y EL SALARIO. ?CUAL ES EN ESTE MOMENTO LA OBLIGACION PRIMORDIAL DE UN PATRIOTA(Eligio Damas)

Ante USA y el salario. ¿Cuál es en este momento la obligación primordial de un patriota? Eligio Damas Al abordar este asunto, vale la pena recordar la guerra de las Malvinas. Era el año 1982, en Argentina había una dictadura, si mi memoria no me falla, la de Videla. En Venezuela gobernaba un socialcristiano, Luis Herrera Campins. En aquel singular y, en cierto modo, glorioso momento, cuando Inglaterra declaró e hizo la guerra al pueblo argentino por esas islas, los venezolanos todos, nos pusimos de acuerdo y apoyamos a Argentina. Y eso fue sensato, inteligente. Pese allá había una dictadura militar. --------------------------------------- El cuadro nacional es toda una locura; como un logo, cuyas fichas están revueltas sobre la mesa. Pero los desafíos del logo, pese su tamaño, la cantidad de fichas o figuras a engranar, suelen ser resueltos; armado el logo, con paciencia y sensatez. Se trata de poner cada pieza exactamente dónde le corresponde, no donde quiero, se me antoja o conviene a lo mío. Para lo que se requiere sensatez, buena voluntad y coherencia. Pero si frente a ese desorden que es el logo desarmado, quienes deben armarlo se pelean entre sí, es como si en el puente de mando de un barco pusiéramos a dos borrachos, más atravesando una tormenta, no habrá forma de cumplir la tarea y ellos terminarán tirándose las fichas encima. Tampoco es sensato, dejar que troyanos, se infiltren y metan en el medio. Si hacemos un estudio ligero, sin mucho esfuerzo y menos necesidad de acudir a eso que, un poco tiempo atrás dieron en llamar “tanques pensantes”, podemos detectar, dado el cuadro mundial, como EEUU ha puesto un interés particular, meticuloso, sobre Venezuela; como nunca antes. ¿Es necesario explicar al lector los motivos de esto? ¡No! Eso sólo serviría para que, si quién esto escribe fuera otro y ese otro estuviese interesado en inflar su ego, le diría en un extenso texto lo que pasa. Quien esto lee, quien suele leerme, sabe bastante bien qué motiva hoy, de manera particular, más que antes, a los gobernantes del país del norte, sean demócratas o republicanos. No es otra cosa que lograr el control de Venezuela. Y ese lector sabe bien, dada la coyuntura mundial, que se hace necesario atraparnos, no bastan, no son suficientes unas relaciones armoniosas y hasta normalmente ventajosas en lo económico y político, sino es necesario el control. Pues los otros mercados existen y en ella se incuban también planes. Aquellas relaciones de antes, que fueron ventajosas para EEUU, a este país ahora no le son suficientes; quiere, demanda más, pues la emergencia mundial, la dura competencia así lo determina. Cualquiera sabe que, en nuestra historia, a EEUU nunca le he interesado si, en un determinado país, hay democracia o no, hasta tiene colonia. Allí está Puerto Rico, de aquella gente que siempre fue nuestra amiga, su gobernadora, ahora hasta nos amenaza. Si revisamos el acontecer de América Latina, de manera hasta ligera, sabremos que todas las dictaduras, habidas en ella, fueron “impuestas” por el Departamento de Estado. Y si inventariamos las relaciones de Estados Unidos a nivel universal, no es nada difícil encontrar que, los regímenes totalitarios y hasta anticuadas formas de gobierno, donde predomina la familia y el individuo, han sido sus mejores aliados. EEUU apoya a Netanyahu para que masacre al pueblo palestino, no habiendo argumento que eso justifique. A las “democracias” nuestras les demanda servilismo y si no, les sanciona con lo que tenga a mano, de aranceles para arriba. Sabemos que, desde los tiempos de Obama, EEUU aplicó unas fuertes sanciones a Venezuela y, pese los esfuerzos opositores y del país del norte, por deshacerse de quienes han gobernado, no han logrado su propósito. Su interés es ponernos un gobierno que se entregue, se deje manosear y someter a los planes de ellos. Lo nuestro para nada cuenta. Y hay adentro y afuera, nacidos aquí, dispuestos a prestarse para eso. Pero la política estadounidense ha logrado algo nunca antes visto en Venezuela; como que fuerzas progresistas y hasta revolucionarias, según sus propias definiciones, se han distanciado sustantivamente, como hasta llegado a enemistarse, mientras aquella más agrede. Y no es que ninguna de ellas a EEUU se haya entregado, sino que, en materia de diseño de planes y estrategias, nos hemos confundido y tropezado. Pero pareciera que los troyanos operan con eficiencia. Y estos troyanos, no necesariamente, son agentes de nadie en particular, sino de ellos mismos, sus intereses y alegorías. El gobierno nacional, en sus maniobras y movimientos para subsistir, no sólo ha intentado establecer relaciones “cercanas” y hasta estrechas – lo que no quiere decir lo hayan logrado- con países enfrentados al de nuestro norte, por la competencia hacia la multipolaridad, sino también con importantes factores de la economía nacional, en detrimento de los trabajadores; hay muestras de ello. El tema salarial lo es. Es uno de encuentros y desencuentros. Los trabajadores venezolanos, en nuestra conflictividad, han sido las grandes víctimas de las agresiones de EEUU, pero también de las maniobras defensivas del gobierno por subsistir. Ha sido una estrategia defensiva, quizás inadecuada, a la que es necesario contener o manejar, sin descuidar espacios o soportes donde pudiera apoyarse el enemigo histórico, el que sea; el de ahora y de mañana. Pero pese a lo anterior, también es pertinente destacar cómo, el gobierno venezolano, ha hecho de todo para eludir la entrega de la dignidad y los recursos nacionales a EEUU, que se mueve en función de una política ajena a la necesaria multipolaridad y en favor de la hegemonía. La “conflictividad entre el gobierno de Venezuela y EEUU” se agrava, porque aparte de la natural adherencia de grupos políticos y económicos internos a ese país, hay factores que juegan a las dos cartas. Dentro de los grupos económicos, esos que se aprovechan de las concesiones que le otorga el gobierno de distinto carácter y magnitud, como pagar salarios de miseria, apropiarse de los dólares puestos en venta, bajos impuestos, permisividad en materia de precios y deshacerse de las obligaciones de los contratos colectivos, lo que el mismo gobierno hace, hay muchos, quizás la mayoría, que juegan en favor de la oposición injerencista y del injerencismo. El distanciamiento momentáneo de estos grupos económicos de la oposición política, lo han cobrado con creces. Que EEUU se apodere de Venezuela, disponga de nuestros recursos de acuerdo a sus intereses y demandas, como en los tiempos anteriores de la OPEP y hasta existiendo esta, a esos factores no les incomoda; pues en ellos no hay, nunca lo ha habido, un plan y menos deseos de construir una economía nacional liberadora. Ellos, bajo el control, dominio estadounidense, seguirán en lo mismo, pues tienen como naturales modos de encontrarse y acordarse. La mentalidad dominante en los capitalistas, a nivel mundial de hoy, es aumentar sus capitales, sin importar donde se manifiesten los resultados. No ha habido, no hay en Venezuela, una clase capitalista, al margen de las individualidades, lo que siempre hay, interesada en construir una economía robusta, liberadora. A ese factor le basta que sus capitales se reproduzcan. Por eso, en medio de la crisis política, derivada del cerco, sabotaje y las sanciones de EEUU, pero que no condujeron a cambio de gobierno, esos empresarios buscaron acordarse con éste, sin dejar a un lado sus naturales amoríos y romances ancestrales y de honda naturaleza; apenas cambiaron de nombres y roles, los de antes fueron al armario a esperar nuevos tiempos, sobre todo si sus “impertinentes aliados”, le ofrecían la oportunidad de ahogar los reclamos laborales. Reclamos no sólo a ellos, los empresarios, sino al Estado. Pues éste, al dejar de atender los de sus trabajadores, dedica en buena medida esos recursos para favorecer a sus aliados circunstanciales. Pero al lado del cuadro pintado anteriormente, hay otro. Y es que en la visión de cada grupo contrario a las apetencias estadounidenses con respecto a Venezuela y los grupos internos que a ellas sirven, políticos y económicos, se implantó la falsa idea que el compañero de ruta, con un discurso discrepante en detalles, sustantivos, no tiene la misma meta, es enemigo. Basta que alguien se haya hecho un menudo plano, paso a paso, diferente, para ponerle en la lista de los excluidos, ignorados o declararse opositor. Por lo que quienes deberían estar unidos, dado los intereses por defender, como la soberanía, la oposición a la injerencia imperialista, como antes cuando estuvieron en el mismo partido o en el llamado “Polo Patriótico”, terminaron no sólo separados, sino viéndose mutuamente como contrarios sustantivos. El enemigo histórico, el inherente a la contradicción fundamental parece desdibujado. Y hasta pasamos por alto, estemos en un punto u otro que, hay un amplio universo, distinto al anterior, también ganado para enfrentar la injerencia extranjera. Por supuesto, bien se sabe, eso es inevitable, tanto que hasta no vale la pena buscar culpables, en medio de esa confusión relativa al manejo de las contradicciones, “entre los bagres se mezclan las guabinas” y estas se encargan de agravar artificialmente las contradicciones. No necesariamente obedecen a un plan, una infiltración planificada desde fuera, con fines racionalmente diseñados para destruir, sino al puro interés personal de quien quiere destacarse o beneficiarse de manera material. Son los troyanos. Predomina en ellos una cultura extendida. La medida de EEUU relacionada con los barcos que merodean el Caribe, lo que ya de por sí es un descarado gesto de injerencia, está dando pie para que el gobierno y el bando opositor antiimperialista, si miran con pertinencia y se deshacen de quienes juegan el rol de guabinas, troyanos, se pongan de acuerdo en cosas sustantivas. Empezando por redefinir o identificar la contradicción fundamental y por ello, los contrarios y potenciales aliados o aliados verdaderos. He estado leyendo por X a un personaje muy expresivo, quien ha venido haciendo fuerte oposición al gobierno, definirse frente a la injerencia vulgar de EEUU, como preferible aliado del gobierno que prestarse a los intereses ajenos a Venezuela. Y esto es sustantivo, debe llamar la atención, como que hay bases para un amplio acuerdo. La amenaza, el intento de humillar al país, bien sea invadiéndolo, provocando un alzamiento militar o una reacción colectiva, multitudinaria al estilo Caracazo, que de producirse nadie sabe a dónde nos llevaría, exige a quienes dicen priorizar los intereses, historia y cultura nacional, por encima de todo sentimiento e interés; demanda deslastrarse del odio y definiciones simplistas. Más no siendo descartable que los planes se fundamenten en la intervención militar extranjera, hasta con la anuencia de la ONU, “para contener la violencia”, provocada desde el extranjero. Hemos visto, con dolor, a factores que tienen demasiado en común, desde siempre, distanciarse en medio de toda esta confusión, tanto como volverse enemigos irreconciliables, distanciarse por diferencias manejables, si impera la cordura. Se ha incurrido, desde un lado y otro, en el grave error de darle tratamiento a potenciales, necesarios, reales amigos y compañeros, como si fuesen agresores y a estos comportarse ante la agresión extranjera, de manera imprudente, y hasta confusa, como si el enemigo principal fuese el gobierno. Todo eso, los factores antes enunciados, como el tema de los reales, potenciales aliados, que forman un universo mayor de lo que parece, manejo de las relaciones laborales, el tema salarial y la lucha sindical, temas importantes y necesario en el proceso de cambio, demandan una revisión. Como dije en el título “La tragedia de Venezuela es que los locos andan sueltos”. A mis amigos los repelo y me “enllavo” con mi contra, que juega un doble rol. Los factores dominantes nos han envuelto, están fuera y dentro, del gobierno y de cada uno de nosotros, tanto como para no permitirnos manejar las contradicciones con certeza. La fuerza contraria a la soberanía, trabajadores, clases productivas en función de los intereses del país, ha confundido y vuelto enemigos a quienes de hecho no lo son. Y aún, en medio de la amenaza extranjera, pese ella, por esa confusión y germinación de las semillas del odio y la división artificial, sembradas desde tiempo atrás, los venezolanos que privilegian el país, los intereses de la multitud y crecimiento independente, no encuentran cómo unirse, reencontrarse, perdonarse, revisar los errores y diseñar una política común a todos, hasta donde ello sea posible, en función de las distintas visiones e intereses, pero coherentes con el interés nacional. Esa locura hay que exterminarla. Poner las cosas, ideas y personas en sus sitios. Los aliados a la causa de la soberanía e intereses colectivos son muchos y en eso hay que poner sumo cuidado; es la forma de contener las ambiciones de EEUU y las que germinan dentro.

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