/PARA QUE HABLAR DE LOS RESULTADOS ELECTORALES??SUCEDIO ALGO DISTINTO A LO PREVISTO??NO HAY PEOR SORDO)Eligio Damas
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Buenas tardes Frank. Abrazos. Eligio Damas
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Eligio Damas
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damas.eligio@gmail.com
To:
George Diaz
Tue, Jul 29 at 2:26 PM
¿Para qué hablar de los resultados electorales? ¿Sucedió algo distinto a lo previsto? ¿No hay peor sordo…?
Eligio Damas
“No hay peor sordo que quien ni quiero oír”.
El llamado a la abstención con respecto a las elecciones del 27 próximo pasado, como en anteriores oportunidades, estuvo sujeto, como es habitual, a menos que optemos por pensar que hablamos de planes de dementes diagnosticados como tales y recurrentes en procedimientos sin fundamento ni sentido, a una estrategia, que se expresa en la consigna de ahora, “Hasta el final”.
Digo “de ahora”, porque como es por demás sabido, ha habido planes con el mismo propósito, como “La Salida” y este mismo u otro, asociado a aquello de la “presidencia interina”, que se acompañaron de persistentes actos de terrorismo como las llamadas guarimbas, intentos de golpes de Estado y alzamientos, sin militares, pero eso sí, abundantes acciones en distintas partes del país que daban la idea de una oposición con respaldo militante y abundante.
Incluso, con la invención de la figura de la “presidencia interina”, hubo muestras sustantivas, reales apoyos de factores políticos y económicos de este hemisferio y más allá. Aquel formal gesto de invasión por Colombia, acompañado de mucho apoyo, tanto que aparte de figuras de la política, del ámbito mundial, como expresidentes, que allí estuvieron presentes, también lo hubo de artistas conocidos y hasta exmilitares venezolanos, que serían usados para la toma de los comandos en aquellos pocos casos que los soldados se alzaran por su cuenta y sin comandantes de rango.
Como es sabido, en ese entonces, como con todo intento, si algo faltó fue gente con poder y fuerza para impulsar un cambio. Tanto que, el último gesto heroico y guerrero del presidente interino, la invasión militar, lejos de encontrar respaldo popular y quienes a esa “causa” se sumaran, lo que halló fue gente humilde que los denunciaron y hasta ayudaron a combatirles y apresar a los invasores que se quedaron esperando un supuesto estallido social. Y de aquello sólo quedó el reclamo de Goudreau, el contratista militar, a Guaidó, por falta de pago de lo convenido.
Después de las elecciones del 28J, 2024, y los conocidos acontecimientos, como que la oposición habla de fraude, de falta de información , de lo que recuerdo a un miembro del CNE, representante de la candidatura del señor Edmundo González, quien según su propia confesión no estuvo presente en la sala de totalización; estuvo callado durante días y después de haberse ido del país, en un estado o sensación de “seguridad y tranquilidad absoluta” o relativa, su conciencia se lo dirá, después de ratificar que no estuvo en donde se totalizaba la votación, optó por decir que hubo fraude. Un comportamiento, a todas luces, carente de solidez moral. Estando adentro no dijo nada.
Este intento de participar en las elecciones, no obstante, puso de bulto algo sustantivo, pese falta de votantes dada las migraciones, en buena medida estimuladas por la oposición misma, la pérdida de fe de mucha gente en los partidos y procesos electorales, que el respaldo electoral del gobierno no es lo suficiente para enfrentar a un movimiento opositor en otras circunstancias. Como uno unido en un bloque común, con unas propuestas convenidas y expuestas a la multitud.
Por supuesto, la opción última delineada, estaría sujeta a que, desde el gobierno, en función de la unidad en base al buen manejo de las contradicciones fundamentales, como la lucha contra el capital agiotista, interno y externo y las implicaciones políticas que a eso les son inherentes, se formule un plan contra las sanciones que destruyen la economía nacional y contribuyen a empobrecer cada día más al venezolano y en el interés de imponer una política acorde con las mayorías como la relativa al salario, servicios públicos y en favor de negociaciones con países y capitales, incluyendo a EEUU, que estén en la mejor disposición. Pero también, al mismo tiempo, se abra espacio a la participación política, hasta en conjunto, dejando a un lado los rencores pequeños y pequeñeces que, entorpecen y crean distanciamientos injustificados.
Se dieron los resultados del 27j. No creo haya nadie que se haya sentido sorprendido. Que la oposición haya disminuido su presencia en el aparato estatal, no es para asombrarse, ni menos muestra que el llamado a la abstención, en espera de “Hasta el final”, tuvo efectos sustantivos; como que se trata de una oposición en pie de lucha por lo que cree perdido. Es decir, la oposición perdió representación en un buen número de alcaldías, pero eso no aconteció, en aquellas donde residen u siempre han residido, personas y familias de altos ingresos. Allí volvió a ganar con los mismos márgenes de antes. Es decir, sus partidarios de siempre, no atendieron al llamado abstencionista. En esos espacios, sus espacios, por razones estructurales y culturales, sus votantes optaron por ignorar el llamado a no votar. Y esto es muy sustantivo para que los partidarios de la abstención midan hasta dónde tuvieron éxito.
Cuando en un universo, por años y de manera persistente, manejando argumentos de distinta naturaleza, su vanguardia impone una conducta o línea, para decirlo en el lenguaje común de los políticos, cambiarla requiere mucho esfuerzo y tiempo. La izquierda que optó por la lucha guerrillera a comienzos de la década del sesenta, llegado al final del siglo XX, todavía no había logrado convencer a los suyos de la necesidad apremiante de cambiar de actitud. Chávez después de haber salido de la cárcel, optado por la participación electoral, tuvo que desafiar a muchos de los suyos que seguían aferrados a lo ilegal y la abstención.
Cambiar a una multitud, de manera que opte por una opción y práctica distinta a la que ha asumido por años y se le ha internalizado como la pertinente, es una tarea muy difícil. Por eso hoy, quien sea, hasta como se suele decir en el lenguaje coloquial, “perico el de los palotes”, que llame a la abstención tiene éxito; pues aparte de la consabida y cultural y hasta “estructural”, por la dureza, como diría un amigo, indiferencia de un porcentaje de la población ante lo electoral, se suma la herencia dejada por quienes se dedicaron por largo tiempo a predicar en favor de ella. Para un buen número de gente votar es convalidar lo malo existente.
Pero pese lo anterior, es digno de llamar la atención, como centenares de personajes de significación o nombre en la política venezolana de los últimos 25 o 30 años, que, incluso, estuvieron con la candidatura del señor Edmundo González, participaron en estas elecciones, no sólo como electores, sino que persistentemente estuvieron en las redes llamando a votar. Es decir, hubo un cambio que yo llamaría cualitativo que, a mediano plazo, se puede traducir en excelentes resultados, en un cambio generalizado de actitud y aptitud.
Hay una circunstancia que, los políticos de buena fe, que llamaron o estuvieron en lo de la abstención, no por desinterés, como creer no se tiene “vela en ese entierro”, de lo que hay un buen número, aparte de los llamados abstencionistas “estructurales” o más bien culturales y de los de fines estratégicos ajenos al interés nacional, deben medir y pensar con detenimiento.
¿Por qué el Departamento de Estado, Marco Rubio, nombro a éste de primero por razones aparentemente obvias, Trump y quienes eso determinan, no pusieron interés que, lo relativo a nueva licencia otorgada a Chevron, ¿no saliese a la calle hasta con tres o cuatro días de anticipación a las elecciones venezolanas del 27J pasado?
¿No era viable pensar que eso pudiera tener incidencia en lo electoral?
Pensar lo contrario, en un país o mejor, un mundo, donde las informaciones corren tanto que llegan en lo inmediato al receptor, parece insensato. Lo sensato, es creer que, para EEUU, los resultados electorales de Venezuela carecen de interés y esto implica que, quien, de ellas, particularmente por la abstención, esperan algo bueno, a los gobernantes de ese país les traen sin cuidado. Sus metas y miras de ahora no están centradas en quienes hacen de la abstención su bandera. Dicho de manera que no quede duda, para EEUU, el Departamento de Estado, la Casa Blanca o personalizando, para Marco Rubio y Donald Trump, los señores Edmundo González y María Corina Machado, quedaron en la página anterior.
Como dije en el título, “no hay peor sordo que quién no quiere ver”. La dureza de las sanciones que, pese digan al mundo lo contrario, como que son lanzas que pinzan o ensartan solamente a Maduro, Diosdado, etc., vienen dañando de manera cruel a la multitud, incluso a quienes se oponen tercamente al gobierno y a este acusan de prácticas políticas, como las salariales, de servicios públicos, determinadas por aquellas. Tanto que, quienes se distancian de la línea “Hasta el final”, se adhieren a la lucha contra las sanciones.
De lo obvio y necesario para la multitud, al margen de las disputas calificadas, como coloquialmente, de ideológicas, es la recomposición de las relaciones de intercambio, diplomáticas, comerciales, etc. entre EEUU y Venezuela. Y para el primero son de supremo interés estratégico, las negociaciones en materia petrolera, por hablar de algo puntual. Las estrategias desplegadas por el país del norte y sus gobernantes, desde el año 2000 llegaron a su agotamiento. A lo interior, la clase dirigente que antes se prestó para eso, tomó conciencia de su fracaso y de la necesidad de cambiar. Si algo mostró el ensayo electoral del 27J, pese haya quien eso no quiera ver, es que la determinante mayoría de la clase dirigente de la política opositora estuvo a favor de lo electoral. Factores que en esto no estuvieron, sino también se abstuvieron, son conocidamente ajenos y hasta connotados adversarios de quienes simbolizan el no votar como una política destinada a deshacerse del gobierno por la vía ilegal.
Es verdad, como dije arriba, “no hay peor ciego o sordo que quien no quiere ver ni oír”, pero estos terminan siendo unos pocos. Eso es inexorable. El suelo, por muy duro que sea, favorece que lo líquido se evapore y, lo seco, se disuelva en la tierra o el polvo que el viento arrastra.
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