HACEMOS BRUJERIAS O CIENCIA ? LA SABIDURIA DE QUIEN SABELO QUE NO DEBE HACERSE?(Eligio Damas)
¿Hacemos brujería o ciencia? La sabiduría de quien sabe lo que no debe hacerse.
Eligio Damas
Nota: Este artículo lo escribí y publiqué en el 2010. Alguien me lo hizo llegar al teléfono y opté por reponerlo. Le he hecho una modificación o agregado al título y al final una nueva reflexión. Y esto lo hago, porque, en buena medida, los avatares de la vida venezolana de hoy, se explican en el cómo, distintos factores que, pudieran estar unidos, abordan el movimiento. Una forma de abordaje que impide a muchos, una buena cantidad, no entrar al barco, donde bien pueden hacerlo y, los pocos que entran, no dan abasto para las respuestas pertinentes.
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La derrota, por muy espantosa que sea, sirve para aprender de los errores cometidos y hasta de los aciertos del adversario. Nadie, por muy lerdo que sea, es propenso a meter los pies más de una vez en el mismo hueco, porque “guerra avisada no mata soldados”.
Todo acontecimiento debe ser revisado, haya resultado exitoso o no. De las victorias, pero también de los fracasos, si se les analiza, pesa y evalúa adecuadamente, se sacan nuevas experiencias e invalorables conocimientos. Se puede llegar a la sabiduría, no por haber acertado siempre, sino pese haberse equivocado, descubrir más tarde, las razones de las derrotas. Se puede haber triunfado, pero por soberbia, el triunfador cree encontrar sólo en “la grandeza de sí mismo” el resultado de las cosas y no llega a la sabiduría y al comprender. Las grandes victorias de mañana pueden haberse tejido a partir de los errores de ayer o a la inversa.
Eso ha hecho - aprender de los errores - el sabio viejo que allí ves con paso inseguro y lento. Su bastón, tiene la rara virtud de detectar las irregularidades del camino, apoyarle y hasta indicarle la parte más segura y transitable. No para evadir los riesgos a toda costa, sino llegar cuando es apropiado y seguro sin padecer innecesarios sobresaltos. No se llega a tiempo, ni siquiera se llega, por poner empeño en hacerlo sin afrontar con pertinencia las dificultades, sinuosidades de la vía, el pedrero regado en el camino y hasta los asaltantes que acechan en cada rincón de éste, más si de eso hemos sido advertidos o hemos visto a alguien hacer lo que ahora intento.
Aureliano Buendía, estuvo en unas cuantas decenas de combates, casi todos perdidos, pero alcanzó una rica experiencia y la seguridad que, valorando su origen e intereses, siempre luchó del lado equivocado.
Sería maravilloso y digno que, muchos tuviesen el valor de escribir sus memorias, no sólo para resaltar aciertos y detalles alrededor de estos, sino en lo que se equivocaron para que, si ello es una referencia importante, evitarle a quienes le siguen persistan en hacer lo mismo. Como los errores se suelen callar, por aquello de no dañar la imagen referente, muchos, más de los que uno cree, les toman como aciertos y pertinentes para, sino hacer traslados mecánicos, “útiles” para orientar sus acciones
Entonces se dice, “en el año tal, en circunstancias parecidas a éstas”, que casi nunca, por no decir nunca lo son, por razones elementales, “aquellos compañeros hicieron esto”. Como se tiene una visión muy global de aquel proceso tomado de referente, se ignoran los detalles y que, aún en aquel momento, lo hecho fue un error, se le valoriza de manera contraria y como ejemplo para nuestro proceder. Se tiende más que identificar los errores, a exaltar los gestos heroicos, individuales o colectivos, llevados a la práctica para evitar mayores desastres y sin efecto sustantivo en los resultados.
Si quienes se equivocan, al mismo tiempo que resaltan sus aciertos o actos heroicos, individuales o colectivos, hiciesen honor a la condición propia de los pertinentes “revolucionarios”, se autocriticasen en ambas direcciones, denunciando también sus equivocaciones y mostrasen su expreso interés en enmendarlas, muchas discusiones y separaciones nos ahorraríamos.
Lo de ocultar los errores, en la historia, no sólo es una práctica habitual de quienes les cometen, cuando se ha tratado de personajes importantes - en caso contrario los errores cometidos ni siquiera se registran en sentido alguno - sino que algunos de sus seguidores, suelen cometer los mismos hasta de manera consciente para probar fidelidad, reconocimiento a sus héroes, lo que la mayoría de las veces nadie les impone y ni siquiera pide, como demostración que son más papistas que el Papa; es como un acto de suicidio para mostrarse héroe. También porque, empeñados están que, aquello no fue error; era la salida pertinente, tomada por los compañeros venerados; decir lo contrario es debilitar sus figuras, darle la razón al enemigo y estar a punto de saltar la talanquera. Alguien a quien le envié unos dos trabajos críticos frente al acontecer de la Cuba “revolucionaria”, me respondió, “estoy de acuerdo contigo en todo, pero yo no los publicaría, pues ya estoy leyendo y oyendo comentarios en donde te acusan de vendido al imperialismo, pues para muchos, Cuba es la Meca y el Vaticano juntos”.
Fidel Castro, recientemente* dijo que, su mayor error fue haber creído que alguien sabía cómo construir el socialismo. Pese a la generalidad de la autocrítica, es muy buena y digna que la tomemos en cuenta. Pero no para repetir la frase, que no fue si eso, sólo una frase, sino asumir todo lo que envuelve. No hay una receta; ni es valedero razonar que, cómo los compañeros de allá, de aquella parte del mundo, resolvieron un problema específico de manera tal, es esa la única forma de hacerlo y, sin importar las variables, “chupulún”, por allí nos zampamos. Más si los hechos muestran que el proceder, tomado como referencia, no dio los resultados esperados.
Si la cosa no funciona, entonces optamos por creer que la realidad que hemos abordado con ese criterio es deforme, porque no reacciona como habíamos esperado. ¡Abajo entonces la realidad! ¡Viva el modelo que ensayaron con éxito aquellos compañeros! ¡Inmolémonos, atacando la realidad como no se debe y si se “opone lucharemos contra ella”!
La cosa es peor, si detectamos que aquellos compañeros también se equivocaron. Está bien que usemos experiencias pasadas como aportes que sirvan para acercarnos a los problemas y orientaciones para resolverles, hasta para desecharlas. Pero ellas deben incluir aciertos y errores.
Lo del “Socialismo del siglo XXI”, tiene mucho que ver con los errores del pasado. El discurso chavista, en torno al problema de la propiedad, no elude experiencias de las luchas revolucionarias. El presidente ha escuchado en privado muchas historias, dignas de ser contadas y que uno quisiera oír, pero es importante que él lo haya hecho. Ojalá todos pudiésemos tener acceso a la información que tiene para convencernos que construir el socialismo no es como preparar un plato ni simple cosa de soplar y hacer botellas. Y que no hay botellas con genios adentro que esperan por darnos los consabidos “tres deseos”.
Hay muchos personajes que tendrían que escribir acerca de lo que no deberíamos hacer. Eso sería de inmensa utilidad. Sería una manera de socializar el conocimiento y hasta empoderar al pueblo. Aminoraríamos la molestosa cosecha de monaguillos, caletreros, dogmáticos y hasta “académicos”, que tapizan el piso e inducen a muchos resbalones. Y sin pensar, al escribir esto, en quienes abordan la embarcación de contrabando.
AGREGADO: Quiero agregar esta reflexión. Hay diagnósticos que, pese haber sido fundamentados supuestamente, en las Ciencias Sociales, no fueron acertados y condujeron a errores y frustraciones. Eso no es extraño, es resultado de la confrontación, de la lucha de contrarios y la debilidad humana al intentar aprehender la realidad y el movimiento. Entonces de lo que se trata es de hacer revisiones de los diagnósticos, tácticas y estrategias. Es posible que, los errores, procederes inadecuados, no se deriven, de la herramienta, sino de quienes la han utilizado. Yo lamento leer a mucha gente que, supuestamente intenta diagnosticar el mundo de hoy y proponer la forma de resolver los males generados y acumulados por el modelo dominante, con los mismos procederes de antaño, como si este se estuviese deshaciéndose y sólo espera una vanguardia heroica, de acero, apoderada del Estado, que produzca un estallido, rompa todo lo existente y de una caja, distinta a la de Pandora, no llena de males como esta, sino de fórmulas que, mágicamente y como decimos en Cumaná, “de un solo taparazo”, produzca la estructura anhelada.
*Recuerdo al lector que, este artículo, fue escrito en el 2010.
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