EL TRABAJO LO (Eligio Damas) HIZO DIOS COMO CASTIGO. MARX "NUNCA TRABAJO' . !TOMA TU BONO!
Thu, May 1 at 12:58 PM
El trabajo lo hizo Dios como castigo. Marx “nunca trabajó”. ¡Toma tu bono!
Eligio Damas
“Cada uno de ellos llevaba
un bloc de notas en el cual,
cada vez que el gran hombre
hablaba, garrapateaba desesperadamente”.
Un mundo feliz. Aldous Huxley
Esto lo escribo en homenaje a los trabajadores todos y muy especialmente a mis colegas, los docentes, en lo que trabajé intensamente, como que más de 30 años en el aula y tanto me quedó el gusto que, donde me inviten a exponer algo voy con placer, rapidito y hasta llego de primero; siempre que, como ahora, no tengo carro y no puedo caminar muy lejos, me dejen esperando, como ayer, cuando estaba invitado a presentar un libro de historia o para ser más preciso, una biografía de Anzoátegui, y más que el libro mismo, me llevaba el interés de exponer mis angustias, sobre temas como la crónica, la historia, biografía misma, no lanzada “al ostracismo por el estructuralismo”, como dice el autor del libro que presentaría, sino por una forma de hacer biografía, al viejo estilo romántico, que ya a pocos interesa y por lo regional, que desde mi perspectiva, implica una visión diferente de concebir el desarrollo y crecimiento a la persistente y obstinada centralización; no sólo del poder político, sino de la inversión de los capitales.
Aunque debo decir, con tristeza que el trabajo, pocos en verdad, estrictamente hablando, reconocen, porque quienes más lo hacen, aparecen asociados a la pobreza material y, a esta, nadie celebra ni le concede valor. Y también homenajeo a mis colegas escribientes, quizás hasta los más ignorados, pues salvo quienes optan por adular para recibir beneficios o logran por su talento convertirse en éxito editorial y, en consecuencia, en mercancía de las editoriales y sus dueños, invierten su tiempo intentado servir desinteresadamente sin recibir reconocimiento de ninguna naturaleza.
Y aprovecho para advertir, de la mejor buena fe, que la igualdad no existe, salvo que uno conciba como verdadero aquello de Aldous Huxley, habló del “gran hombre”, refiriéndose al director de “Incubación y Condicionamiento” pero pudo haber sido una mujer, como las había en el grupo de estudiantes que le seguían a lo largo del laboratorio o la “fábrica de hombres” y ponían atención a su discurso, pues en el grupo había de ambos sexos, como Lenina, la joven enfermera. En fin, de cuentas, en la “fábrica” de humanos, se buscaba la reproducción en serie, la igualdad y la felicidad. Y en el laboratorio, mientras el director, comentaba al grupo en su blog, “cada uno de ellos, garrapateaba desesperadamente”. Huxley, se había adelantado a esta época y concepción de la bonificación salarial, según la cual todos los trabajadores son iguales, pero imitando a Cantinflas, “hay unos más iguales que otros”; pues ella no tiene competencia entre empresarios y los habilidosos que beneficia el sistema. -------------------------------------
Alberto Beltrán, músico, cantante dominicano, compuso y canto el exitoso merengue "El Negrito del Batey", en el cual como panfletariamente expresó:
"El trabajar yo se lo dejo todo al buey
porque el trabajo lo hizo Dios como castigo".
Beltrán, nunca llegó a completar estudios primarios; posiblemente nada supo de los acontecimientos de mayo de 1886.
Es sensato pensar que tampoco de las teorías keynesianas y de las de Marx. Pero, por ese "raro sortilegio", que a los explotados entra por la piel, sintió que el trabajo era un castigo, desde que se convirtió, en el fondo de la historia, en oportunidad y medio para una estafa brutal pero elogiada.
El trabajar honra, dicen en las sociedades capitalistas para alienar y disponer al hombre a mansedumbre y explotación. Pero cosa curiosa, quienes resultan beneficiados, poco trabajan. No es frecuente, aunque a veces sucede, que a quien trabajó duro toda la vida y terminó como rodilla de chivo, le exalten. Reconocer a un trabajador ya viejo, hundido en la pobreza, es poner al sistema en evidencia. "El éxito personal" de la minoría, es la esencia de estas sociedades. Ser pobre, aunque mucho se haya trabajado, denigra.
Cuando los hombres empezaron a producir excedentes, dijeron "esto es de nosotros" y optaron por "este poquito para ti, aquel para él y todo aquel montón para mí". A partir de ese momento y no se sabe hasta cuándo, el trabajo se convirtió en eso que Beltrán, jocosamente, llamó un castigo.
A Indígenas, pescadores, cazadores, recolectores y hasta agricultores incipientes, que trabajan o trabajaban sólo lo necesario para la subsistencia y por la preservación del ambiente, convirtieron en despreciables y hasta flojos y salvajes por no atarse, esclavizarse con entusiasmo a la fuerza de trabajo disponible para su propia devaluación.
Quienes no se dejen utilizar para aquellos viles fines se les empadrona como díscolos y hasta malos ejemplos. Si se hacen combatientes, ideólogos contra la explotación del trabajo, pasan de simples flojos a enemigos del progreso, bienestar, paz y hasta terroristas. Son pues unos flojos peligrosos. A los intelectuales se les suele calificar de eso. Tanto que estudiar y escribir, no son trabajos si no producen renta y peor si esas habilidades se les usan para combatir la usura, la especulación y la explotación.
¿Qué celebramos este día que llamamos del trabajo? ¿Será la proeza de aquellos obreros, en gran medida anarquistas, que desafiaron el poder del Estado capitalista para denunciar la explotación?
¿O celebramos que la explotación continúa viva y campante? Con estos precios y salarios de ahora, uno piensa que es eso.
El trabajo asalariado destinado a la explotación, cristiana o judía, descendiente de la esclavitud, enfeudamiento, son viles formas de explotación y siendo así, estaríamos celebrando simplemente que hemos hallado formas de prolongar una forma de vida miserable. Todo eso sería un indecoroso eufemismo.
El producir bienes y servicios debe ser una actividad para colmar necesidades, a lo que el hombre debe dedicarse con el entusiasmo que da el sentirse justificadamente útil. Celebrar esto sería no sólo pertinente, sino poético. Es como exaltar la justicia, bondad y entrega por el bienestar colectivo. El trabajo sujeto a explotación no es digno, es más o menos como dijo Beltrán, algo que "hizo Dios como castigo".
Definir al trabajo sujeto a explotación y apropiación indebida del excedente, como tarea digna y celebrable es hacer la jugada de los tramposos. Por eso, no celebremos el día del trabajo, como quien da gracias a Dios por haber encontrado un estafador que nos ata por las canillas a su pretina; convirtamos el momento en jornada para denunciar la explotación, reconocer a muertos y martirizados por haberlo hecho y definir el camino para que el trabajo creador deje ser una mercancía devaluada más que los mecanismos del mercado manipulan indignamente.
Pero quise dejar para el final lo de trabajo intelectual, ese que “busca un objetivo”, como satisfacer necesidades de quien lo hace, comenzando por hacerlo y a quien está dirigido, lector, escucha o simple observador.
Y le doy este tratamiento aparte al trabajo intelectual, porque sólo pareciera tener valor, cuando se traduce en beneficio material, dinerario, para quien lo hace y particularmente quienes como intermediarios de él se benefician. El escritor laureado, en la sociedad de hoy, quiéralo él o no, dicho así, aunque suene a disparate, es más reconocido por lo que se gana, la nombradía y el dinero que por su obra misma. Entre la enorme multitud que le elogia y aplaude, son pocos muy pocos los que lo han leído. Por ejemplo, Cervantes, con certeza, no ganó dinero sino fama; es extraño hallar a nadie que no sepa algo del “manco de Lepanto”, pero pocos, muy pocos lo han leído ni lo piensan leer.
Y hablando de esto, recuerdo que ayer, por centésima vez, alguien puso en un espacio una frase dicha por alguien conocido, tratando de esa ilusa manera de hundir a Marx, pese más lo hunden quienes dicen guiarse por él que quienes lo atacan, que el pensador alemán “nunca trabajó”. Es decir, haber escrito solamente El Capital”, tres tomos largos, hablando de lo cuantitativo, sin contar el escribirlo, pensar hondo y la investigación o estudio previo, no es trabajo. Si lo es, pedir un crédito a un banco, invertirlo en la bolsa o en una empresa que sus empleados manejan y esperar las ganancias o, como varias veces vi, con asombro, a un tipo, sentado en un café, llamar por teléfono a alguien comprarle un carro a un precio y casi inmediatamente llamar a otro y vendérselo a otro precio con alto beneficio.
¡Toma tu bono!
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