JUAN GUAIDO O A TODO "COCHINO GORDO, LE LLEGA SU SABADO" (Eligio Damas)

Juan Guaidó o a todo “cochino gordo, le llega su sábado” Eligio Damas Pedro, apodado “Melchorita”, criaba cochinos en un espacio o patio grande, donde también tenía su rancho; justo a la orilla del camino, por donde los olores a mar y manglar, empujados por los vientos, se metían en el barrio. Los sacrificaba para vender carne y chicharrón, a una clientela muy nutrida. Más que la carne, perniles, los chicharrones de Pedro, eran tan solicitados que, sábado y domingo, cuando se dedicaba a prepararlos, su rancho y los alrededores del mismo, se los pasaban llenos de gente y automóviles, en solicitud de carne de cochino, pero más de aquellos. Conocí a Pedro, desde el primer segundo que la vida me permitió conocer a alguien; pues cuando nací, el rancho de mi madre, mi rancho de techo de palmas de coco y piso de tierra, estaba a unos 20 metros del suyo. Lo recuerdo como un hombre muy alto, casi un gigante, como mi tío Matías, pero con el espíritu, razonar y hasta hablar de un niño o un muchacho. Tenía dificultades para hablar, pero era un trabajador incansable y por demás generoso. Pues Pedro, vendía su carne y sus chicharrones que nosotros le comprábamos, pero muchas veces, con quien él sabía necesitado, se mostraba generoso y desprendido. Incontables veces llevé para mi casa carne y chicharrón, como regalo y hasta un “fíao” que, pocas veces, pagaba. Fue Pedro “Melchorita”, una bella persona. Fue a él, pese sus dificultades para hablar, a quien por primera vez le escuché decir, “a cada cochino gordo le llega su sábado”. Porque Pedro, cada cierto tiempo, atendiendo a lo pertinente, en medio del rebaño, hacía su selección de cerdos para el matadero. En un espacio, cercado, dentro del amplio patio de su rancho, encerraba los casi listos para el sacrificio, el descuartizamiento, la venta de la carne y la preparación de sus deliciosos chicharrones, que cuando los estaba preparando y al final de esa tarea, el barrio era invadido de un exquisito olor que incitaba al paladar. -“Aquellos tres o cuatro están listos para mañana”. Eso sentenciaba Pedro, todos los viernes en la tarde y con sus ayudantes, les sacaba del espacio donde estaban todos los preseleccionados o ya listos y los conducía a un corral más pequeño, a espera del día siguiente, el sábado muy de mañana, cuando serían sacrificados, después de lavarlos cuidadosamente, empezando por darle en la frente con un palo o mazo portentoso y sólido, “el palo cochinero”. Por qué “a todo cochino gordo le llega su sábado”; para Pedro, aquello era inexorable. Además, era esa su manera de vivir. No criaba aquellos animales para exhibirlos y menos recrearse él con ellos. Tenían un fin, un destino y una hora. Cuando se estudia la historia de América Latina, no es difícil descubrir que ella, con la iniciativa, ayuda y hasta incitación de Estados Unidos, se llenó de dictaduras. Con una sustantiva particularidad, las clases dominantes, que no eran muy poderosas y tampoco cultas, las dueñas del poco capital y las tierras, se hicieron cómplices de esas formas de gobierno. Pues su concepción del mundo y de la vida, derivó de lo de ser los dueños de las tierras, el ganado y sus productos; y siendo así se sintieron con derecho a mandar o gobernar, dueños también de la gente, pese las tantas guerras transcurridas y la historia de Bolívar. De los terratenientes emergieron los dictadores, los caudillos vueltos generales victoriosos se hicieron también terratenientes o más de esto y, entonces, los hijos de aquellos y estos fueron formados en las escuelas militares y hasta en las de Derecho, bajo la misma cultura. Cuando esas dictaduras se vieron obligadas comenzar a ceder ante el derecho electoral y emergieron los llamados gobiernos democráticos, electos en comicios libres y amarrados, Estados Unidos, les exigió en cuanto a su relación con ellos, la misma conducta, aquella que el expresidente peruano Pedro Pablo Kuczynski Godard, expresidente peruano, llamó algo así como “perritos falderos”. Él mismo vivió esa experiencia, fue uno de esos. Cualquier gobierno, más si EEUU le brindaba respaldo en un proceso electoral o dado su aval, después de ser elegido, estaba obligado a seguir las pautas que desde allá le trazasen; si intentaba cruzar la raya o salir del chiquero, lo tumbaban. Para eso estaban las misiones militares estadounidenses en las embajadas de los países latinoamericanos, para instruir, servir de vigilantes y asesores de los militares y hasta ordenarles alzarse contra todo gobierno que se saliese del plan que le fue asignado o rol a desempeñar en la trama. Y además estaba y está “la Escuela de las Américas”, donde se forman militares de América Latina de conformidad al patrón del capital estadounidense, democracia de votos, pero atendiendo las señas de la cueva. Aunque debo advertir que eso sigue siendo igual, recordemos como tumbaron a Zelaya de Honduras, Evo, hasta al inocente de Pedro Castillo en el Perú y el empeño de tumbar a Chávez y Maduro. Y las señas siguen emergiendo y gobernantes electos y no electos, como Boric de Chile y la Boluarte en Perú, están pendiente de la cueva, de la seña y del color del humo. La historia es larga. Podríamos empezar con Juan Vicente Gómez, quien tumbó del gobierno a su compadre, Cipriano Castro, apenas este salió, por sus propias recomendaciones, en busca de cura de la enfermedad que lo aquejaba. Pese ese gobierno no emergió de un acto electoral, democrático, pero sí tuvo sus choques con Estados Unidos, por lo que no dudaron en apoyar al alzado y por sus buenas relaciones le mantuvieron en el poder por unos 30 años, hasta que la parca se lo llevó. Y como dijo Domingo Alberto Rangel, en “Los andinos al poder”, la gente no se convenció de la muerte del dictador hasta el momento que vio la urna en la calle. Aunque hubo muchos que, por un tiempo, siguieron pensando que aquello era mentira. Luego, en Venezuela vendría el golpe contra Medina, pese haber sido este sucesor natural de Gómez, pasando antes por López Contreras, que llamaron la “Revolución de Octubre”, con Betancourt y Pérez Jiménez, dadas las insatisfacciones estadounidenses con Medina en materia petrolera. Y la llamaron así de manera pomposa, Revolución”, para engatusar a más de uno. Y siguieron; en breve, tumbaron a Gallegos en 1948, para poner en el poder un aliado más confiable, como lo fue Pérez Jiménez. Y “el 27 de junio de 1954 fue derrocado Jacobo Árbenz, un presidente electo por un “un golpe de Estado, ejecutado y dirigido por el gobierno de Estados Unidos, con el patrocinó de la United Fruit Company y por la CIA, mediante la operación PBSUCCESS, que lo sustituyó por una Junta militar que finalmente entregó el poder al coronel Carlos Castillo Armas”. Las comillas, porque se trata de un texto, tomado de Wikipedia, para evitar malos entendidos y por si pudiera haber alguna duda. En el año 1963, por los mismos motivos, tumbaron a Juan Bosch, un docente elegido presidente, después que República Dominicana, había sido gobernada dictatorialmente, por Rafael Leonidas Trujillo, un militar, por más de treinta años, sin que a los gobiernos de Estados Unidos aquello incomodase. Al contrario, siempre se la llevaron como panas. Trujillo y otros dictadores en la X Conferencia Panamericana de 1954 en Caracas, votaron contra el gobierno democrático de Árbenz y autorizaron la violación de los derechos de los guatemaltecos. Y tumbaron a Salvador Allende, para imponer la dictadura de Augusto Pinochet. A Allende, porque, según dijeron, era un gobierno comunista, calificativo que a quien ganó las elecciones, ya le habían dado, antes de entrar como gobernante al Palacio de la Moneda. Y apoyaron dictaduras en Argentina, Uruguay, Paraguay, etc. Es decir, los gobiernos de EEUU, llenaron al continente de dictaduras que, estando en la OEA se confabulaban con ellos para derrocar gobiernos democráticos en nombre de la libertad. Pero todo tiene un límite. Hay momentos que llaman a conservar las formas, pues lo que Estados Unidos venía haciendo, comenzó a no ser del agrado de muchos. Como dijeron en aquella canción española de los tiempos de la guerra civil, “se les volteó la tortilla”. Y, además, quienes venían poniendo a los golpes y porrazos, se empezaron a creer inmunes y con derechos, hasta de violar las reglas de ellos y quitarle lo que consideraban le correspondía en la piñata. Y si algo no les gusta a los gobiernos de USA, es que les quiten lo que creen de ellos. Algo de esto sucedió con Noriega, dictador con la anuencia de Estados Unidos hasta 1989, cuando comenzó a salir del redil y hacer lo que creía le estaba permitido, por aquella bendición. Hasta que le llegó “su sábado” y en 1989 fuerzas militares estadounidenses, creyéndose con derecho a ello, como siempre se han creído, invadieron Panamá, causaron cuantiosos destrozos, muertes, para deponerlo y se lo llevaron preso, hasta que la parca se lo llevó en los cachos. Ellos se encargaron de cobrarle a Noriega sus pecados. Ahora no se trata de democracia y dictadura tampoco; pues las democracias pudieran resultar más productivas y convenientes. Como estas, electas, lo que es fácil hacer teniendo dinero en abundancia y con este bastante publicidad, que están resultando bastante útiles, EEUU convirtió su diplomacia, por lo menos en el discurso, partidaria de la democracia representativa y también de una forma muy novedosa que llamaron “presidencia interina”. Igualmente, un usurpador, sin que medie la decisión electoral del pueblo. Un interino sin límite, hasta que sirva o termine no sirviendo para nada. Así nació la “presidencia interina de Guaidó”. Su finalidad, tumbar a Maduro, para lo que le dieron un dineral tan grande que, la inmensa cantidad por lo de USAID, es poca cosa. Pues entre tantos recursos tuvo los de Monómeros y Citgo. Y todo eso para nada. Hasta los gringos ahora parecen asombrados y desorientados acerca de los fines que le dieron a esa incontable cantidad de dinero. ¿Qué la hicieron? ¿Dónde está? ¿Quién o quienes la tienen? ¿Dónde están los culpables? ¿Quién es el culpable principal? Empiezan a nombrar a Guaidó. A halar la cabuya. Y cuando los gringos en eso andan, no importa quienes sean o hayan sido los estafadores, pudieran antes haberle servido para mucho, como Noriega. Y al halar la cabuya, pudiera venir, amarrada a ella, como decimos en Cumaná, una “gentará”. Pero, pensándolo bien…¿Guaidó y la gente que, con él, alegremente, rompió la piñata, se revolcó en el suelo a recoger lo que de esta cayó y ponerlo en resguardo, como para que nadie lo halle, se irán con la cabuya en la pata? ¿No será que, por gordos, se les acerca su sábado?

Comentarios

Entradas más populares de este blog

QUE DICTADURA PERMITE 3 GOBERNADORES ELEGIDOS QUE SON CONTRARIOS AL PARTIDO DE GOBIERNO ENTRE ELLOS EL MAS GRANDE Y RICO DE VENEZUELA? (A OTRO CON ESE CUENTO) (FRANK D.)')

HABLEMOS DE NUESTRA HISTORIA(Eligio Damas)

EL FASCISMO SOBREVUELA ARGENTINA(Hedelberto Lopez Blanch)