EDMUNDO GONZALEZ URRUTIA , SE PONCHO CON TRES BOLAS AFUERA Y CULPO AL PITCHER. !QUE VIDA TAN DURA LA DE EDMUNDO!(Eligio Damas)
Eligio Damas
19:41 (hace 0 minutos)
para Aporrea
Edmundo González Urrutia, se ponchó con tres bolas afuera y culpó al pitcher. ¡Qué vida tan dura la de Edmundo!
Eligio Damas
Lo que pasó con Edmundo, se puede calificar con una vieja frase del lenguaje del béisbol, “se fue con tres bolas afuera” y hasta con aquella de, “no aguantó ni un pedido”. Si alguien, políticamente salía ganancioso de una estadía, nada prolongada, pero si hasta febrero, en la embajada de España, eran Edmundo y los suyos. Y eso para él, pese su edad, 74 años, lo sé yo que tengo 86 y dele, no es mucho; menos si se cuenta con el respaldo que tiene. Por haberse venido mi salario estrepitosamente al suelo y luego la muerte de mi amada compañera, tengo casi 3 años como “secuestrado en mi casa”, escasa movilidad y sin tener los contactos, ayudas y cuidados de los cuales goza y gozaría Edmundo estando asilado, pero si cargo las preocupaciones y ocupaciones inherentes al cuidado de mi vida personal, salud y casa, que él no tendría.
Los medios, creo que primero Telesur, informaron que el señor Edmundo González, había firmado un documento, en el cual admite asuntos puntuales, como que :
1.- “Siempre he estado y seguiré dispuesto a reconocer y acatar las decisiones adoptada por los órganos de justicia en el marco de la Constitución, incluyendo la precipitada , sentencia de la Sala Electoral que, aunque no la comparto, la acato por tratarse de una resolución del máximo tribunal de la República”.
2.- “Convencido de la necesidad de explorar todas las posibilidades de entendimiento en el interés supremo de la paz en mi país, deseo trasladarle mi respeto y reconocimiento a las instituciones constitucionales, representadas en los cinco poderes del Estado.”
3.- “Dejo constancia de mi compromiso de que mi actividad pública fuera de Venezuela será limitada. No pretendo en ningún caso ejercer representación formal e informal alguna de poderes públicos del Estado venezolano”.
4.- Adicionalmente, con el propósito de contribuir a alcanzar ese clima de convivencia que todos anhelamos, me llevará a guardar la debida prudencia, moderación y respeto en mi accionar en el ámbito público”.
https://www.aporrea.org/actualidad/n396733.html
Otro medio informativo, señala que el gobierno español, ha aseverado que "no tiene nada que ver con cualquier documento o negociación entre González y el Gobierno venezolano”. https://www.antena3.com/noticias/espana/gobierno-dice-que-tiene-nada-que-ver-firma-gonzalez-documento-que-reconoce-victoria-maduro_2024091966ebc748fcf7b300013971eb.html . Es decir, la embajada evade el asunto, pese haber estado presente y bien supo que Edmundo no fue torturado ni obligado a firmar. Sólo sabe que hubo un cambalache que, como tal, complació a las dos partes. Pero el gobierno español y su embajador no tienen “nada que ver” con el asunto. Sólo fueron mirones y “esos mirones son de piedra”.
El mismo medio anota que “González ha matizado que la decisión de firmar fue tomada bajo circunstancias extremas con chantajes, presiones y coacciones. Ha considerado que él puede ser "más útil libre que encerrado". "En otras palabras o firmaba o me atenía a las consecuencias".
Según otro medio, Edmundo González explica que, “Estando en la residencia del Embajador de España, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez y la vicepresidenta de la República Delcy Rodríguez se presentaron con un documento que tendría que refrendar para permitir mi salida del país. En otras palabras, o firmaba o me atenía a las consecuencias.”
https://www.aporrea.org/oposicion/n396744.html
Lo primero a considerar es que Edmundo firmó estando apenas unas horas exilado; su aguante no fue mucho y si bastante lo que admitió, lo que sirve para forjarnos ideas más claras sobre él. Y es bueno resaltar como, el medio que difunde sus declaraciones comenta, que “ha matizado su decisión de firmar”. Algo así como que edulcoró sus excusas, sabiendo serían incomprensibles e indigeribles.
Al leer todo lo anterior me vienen a la memoria y hasta la conciencia, muchas cosas:
1.- Raúl Haya de la Torre, fundador y líder histórico del partido peruano APRA, sometido a persecución por la dictadura de Odría, resultado del golpe militar de 1948, se asiló en la embajada de Colombia en 1949, permaneciendo bajo esa condición hasta 1954, es decir 63 meses. Su salida estuvo determinada por la presión internacional.
2.- De igual manera recuerdo a Nelson Mandela quien estuvo detenido 27 años sin arriar banderas y menos hacer cambalaches.
3.- Y de los luchadores en Venezuela que, en los tiempos de Pérez Jiménez, pasaron largos años de prisión, como aquel viejo roble que fue Jesús Farías, dirigente del PCV. Estuvo en la cárcel de Ciudad Bolívar, desde el inicio de la dictadura en 1948, hasta el 23 de enero de 1958 cuando fue derrocado el gobernante usurpador.
Y sería larga la lista de personajes dignos de recordar que, incluye muertos como Leonardo Ruiz Pineda, abatido por disparos policiales en plena calle y aquellos en las cámaras de tortura, sin soltar una palabra que comprometiese a quienes mantenían viva la lucha clandestina. Y ellos, dejaron la vida por no hablar, como denunciar compañeros de combates o admitir cuestiones contrarias a su moral y posición política.
Es cierto, el señor Edmundo González tiene 74 años. Quizás para él, estar un tiempo indefinido y bajo presión, en una embajada, distanciado un poco de los familiares sería un estorbo y hasta motivo de temprana depresión senil; pero en esa embajada no extrañaría las comodidades de la vida diplomática y el buen vivir, eso no sería nada duro. Pero también es verdad que, el compromiso, como el que adquiere alguien que acepta una candidatura presidencial, demanda cierto respeto y comportamiento honorífico, pese los años. Si los años pesan mucho, deberían haber sido un motivo para no meterse en asunto tan complejo y dado a opciones inesperadas para las que no se está preparado. Por esto nunca me cansaré de repetir aquello que solían decirnos los mayores en mi barrio cumanés, en casos como esos, “no te metas para que no aparezcas”.
Y es obvio que el señor González no lo estaba. Su misma candidatura es un misterio. Aparece inscrito en el CNE sin que las autoridades inherentes a ese organismo lo supiesen. Fue un candidato fantasma tal como fue su vida toda. Pareciera haberse metido en el CNE a escondidas y en una madrugada. Es más que difícil hallar un venezolano, entre la gente bien informada, que supiese, antes que la señora MCM lo escogiese de candidato, de la existencia de ese personaje y menos aún que, estaba inscrito en el CNE, como candidato presidencial. Fue como un inocente contrabando. Como alguien parado en una esquina, bajo un poste oscuro a quien de repente se le aparece la diosa fortuna o infortuna. El personaje no tenía huella alguna.
El origen de su candidatura, su casi vida fantasmal, es coherente con su comportamiento en el curso de la campaña, donde dejaba ver su participación fingida, destinada a un fin ajeno a asumir el control del gobierno en caso de ganar las elecciones. Y lo es con lo que sucede ahora, lo posterior al día de las elecciones.
Es muy grave y hasta indecente que, quien se mostró en los primeros minutos ganador y quienes le apoyaron siguen hasta ahora en la misma actitud, como también algunos cuantos gobiernos e instituciones universales, se haya asilado sin motivos o, en todo caso, pues pudiera haber quien piense lo contrario, sin que esa fuese la opción competente para quien reclamaba la victoria. Fue esa una opción como muy apresurada y derrotista; más si tomamos en cuenta la historia de los combatientes que señalamos arriba y la consigna “hasta el final”.
Pero es más grave aún y hasta derrotista, para no decir inmoral, que haya optado por firmar un documento donde reconoce y admite todo lo que se dice arriba, con tal que lo dejen salir en lo inmediato. Es decir, niega todos los alegatos de quienes le apoyaron, por él votaron y supuestamente estaban dispuestos a más. Y en verdad lo están, sólo que él no parece la antorcha pertinente, pues antes poco alumbraba y ahora, con esa actitud, se apagó, pese sus últimos vahídos o destellos desvalidos.
El señor Edmundo reconoce la validez de lo decidido por el TSJ, a las autoridades de la nación venezolana mediante un documento firmado, como resultado de sus negociaciones o acuerdos con representantes del gobierno y se compromete a no “ejercer representación formal e informal alguna de poderes públicos del Estado venezolano”. Y además “Adicionalmente, con el propósito de contribuir a alcanzar ese clima de convivencia que todos anhelamos, me llevará a guardar la debida prudencia, moderación y respeto en mi accionar en el ámbito público”.
Ese documento fue firmado por él, estando dentro de la embajada de España, de manera que no es aceptable su juicio que, fue sometido a “chantajes, presiones y coacciones”. Es evidente que ese estado de ánimo, terror se lo generó él mismo por haberse metido en un asunto para el cual no estaba preparado e insisto que eso nada tiene que ver con su edad. Esta circunstancia, más bien, le habría dado más bríos.
¿En qué consistiría el chantaje, presión y hasta coacción? ¿No aceptar darle salvoconducto para salir de inmediato de Venezuela hacia España? ¿Eso es motivo suficiente para que alguien, quien asumió compromiso tan significativo, opte por firmar un documento, donde le da a su contrario, a quien sus partidarios y él mismo han acusado de negar su triunfo, fundamentos para sustentar su legitimidad y además se compromete a asumir una conducta acorde con esos resultados? ¿Acaso el señor Edmundo no admitió por escrito, en la embajada de España, sin que nadie lo estuviese torturando o amenazando con matarle, un documento donde deja a los suyos sin sustento? ¿No fue capaz de entender que, en la primera conversación, esa sería la solicitud del gobierno? ¿Le resultó imposible esperar unos pocos días, cuando su asilo se convirtiese en un estorbo para el gobierno y hasta una excusa para que los suyos protestasen y las condiciones variasen y hasta estuviese en mejores condiciones para negociar, si esto era su único interés? No. “Él se fue, se engolosinó”, como dicen en el béisbol, con tres bolas afuera, lentas, que le fueron lanzadas y, de paso, por eso, su culpa, culpó al pitcher.
¿De qué vale, qué moral tiene su actitud posterior, para negar lo que firmó “con su puño y letra”?
Para los hombres de bien, respetuosos de su propia dignidad, la conducta del señor Edmundo es deleznable y todo ser humano, respetuoso de sí mismo, debería pensar mucho al respecto. ¿Qué podríamos esperar de un personaje como ese en la presidencia de la República?
Pudiera ser discutible aún si ganó o no las elecciones; si hicieron trampa de un lado u otro. Pero es evidente, por lo acontecido alrededor de su asilo y con posterioridad, que carece de las más mínimas cualidades, las que sean, coherencia, honestidad, inteligencia, control emocional, valentía, temperamento, templanza, para ejercer liderazgo y ser presidente de la República.
Es posible que, quienes con el “negociaron” en la embajada de España, como decir en terrenos de él, no en la cárcel y menos en una cámara de tortura, le hayan puesto condiciones, como esas que firmó, pero él pudo rechazarlas. No lo hizo, porque lo invadió el miedo, no de viejo sino de un niño, que se siente abandonado y para quien el compromiso contraído con su firma nada significaba. Pero, también es posible, haya reconocido una verdad, lo inútil e injustificado de prestarse para ahondar una confrontación innecesaria.
¿Cómo darle valor moral a las declaraciones posteriores de Edmundo González, esas de justificar su firma en que lo coaccionaron y presionaron a cambio de dejarlo salir de inmediato a España, apenas unas horas después de asilarse en la embajada de ese país? ¿Cómo confiar en combatientes como ese? ¿Qué tal si lo hubieran torturado en una celda oscura?
De acuerdo a eso, me imagino a Jorge Rodríguez, dentro de la embajada de España y en presencia del embajador mismo, torturando salvajemente a Edmundo, diciéndole “firmas y te vas ya a España o te quedas unos cuantos días aquí”. ¡Qué vida tan dura! Y él, quien firmó documento tan sustantivo y contrario a los propósitos de quienes le promovieron, pretende conformarles diciéndoles que será “más útil libre que asilado”. ¿Qué concepto tiene Don Edmundo de la libertad? ¿Qué se puede esperar de él? Pues resulta que ahora si es verdad que está preso, si alguna vez fue libre; tiene presa la conciencia.
La edad no es suficiente para explicar su proceder. Antes debió prever los riesgos y la magnitud del compromiso.
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