QUERIA EMPEZAR POR ROBIN HOOD(Eligio Damas)

Eligio Damas Quería empezar por Robín Hood, pero preferí optar por un personaje más actual y trascendente en el orgullo nacional de hoy, Yulimar Rojas. Nuestra descollante triplista, campeona olímpica y mundial, con récord en ambos certámenes, usó unos pocos meses atrás, la palabra “zuácate”. Que es de uso frecuente entre los orientales y hasta se le acompaña con un chocar de los dedos pulgar y medio, para producir la sensación de acto de magia, algo rápido y hasta una orden inmediata. Porque todavía abundan, pese la realidad es demasiado terca, quienes creen que el paso del capitalismo al socialismo puede producirse con sólo chocar de esos dedos por alguien que funge de líder de una vanguardia heroica y acerada. Robín Hood, fue uno de esos “heroicos” personajes, que si memoria no me falla, corresponde a la edad media inglesa, lo que no voy a averiguar ahora, dado que los viejos y vagos recuerdos me sirven para lo que me propongo comentar, que se movía en el bosque de Sherwood, en Nottingham, Inglaterra. En su accionar beligerante contra el rey de entonces, se asumió como un romántico, según algunas historias, que “robaba” a los ricos para repartir entre los pobres. Es pues una vieja historia romántica, destinada a distraer y hasta enternecer a lectores muy sensitivos, lo que no obstante pudiera tener imitadores en la realidad. Y esta, es un poco la historia del venezolano Cruz Crescencio Mejías, alias “Petróleo Crudo”, de quien en verdad nunca se supo donde nació pero sí que vivió, de muy joven, en espacios del Estado Miranda y La Guaira. Se le conoció también como “el rey de las fugas”, por su habilidad de evadirse donde lo encarcelasen y su disposición a repartir entre amigos y necesitados lo que robaba. Es decir Robín Hood y “Petróleo Crudo”, el primero según muchos, uno nacido de la pura ficción y el otro de existencia real, dedicaron su generosidad, “heroicidad”, en parte, a intentar ayudar a los pobres a que comiesen de vez en cuando; unos aquí, otros allá, cuando la fortuna de los necesitados los pusiese frente a ellos. Quizás, no sé, aunque tampoco lo creo, no fuese eso un plan premeditado, bien estudiado y con un fin preciso; a lo mejor era sólo un acto romántico, de buena fe y sólo en determinadas circunstancias, cuando después de haber cometido una fechoría, a esos héroes se le atravesaba un pobre o unos cuantos de ellos en el camino. No había en ellos más que audacia y una cierta inteligencia. De Pablo Escobar, el rey del narcotráfico colombiano, se cuenta una historia similar a “El Padrino”, pues este y aquel, ponían mucho cuidado en proteger a “la familia”, el entorno, el cual podía ser una población dentro de la cual ocultaba sus fechorías. Era eso un plan productivo o una estrategia de protección. En política se le dice, por puro acto de demagogia. Donde sí se encuentra inteligencia, profundidad y fundamentos para una larga y sensata estrategia, es en aquella célebre frase de Confucio, “no les des un pescado, enséñale a pescar”. Y es que el mar es por demás generoso, si lo sabré yo que de niño subsistí y hasta saludable, por haber vivido casi a la orilla del mar. Ayudé a jalar trenes, chinchorros a cambio de una buena sarta de pescado en una equilibrada repartición del producto del trabajo. Aprendí a amarrar anzuelos a la cuerda, primero el guaral, antes que nos llegase el nylon y a aquel ensartar la carnada para pescar; sentir el más leve toque de la presa y la habilidad necesaria para ensartarla y jalarla, según las circunstancias, hasta pescar, Por eso, entre los tantos pobres, por no tener dinero, pero si mucha dignidad y habilidad, los pertinentes hicieron, sin saber nada de él, como Confucio a sus alumnos. Nos enseñaron y aprendimos a pescar. El cambio de sociedad, un proceso que se desarrolla en el modelo existente, pues no puede ser de la nada, como el capitalismo que, empezó a emerger en las villas, alrededor de los feudos, generando actividades ajenas a ellos, nuevas relaciones y con gente que iba desarrollando otra mentalidad, sin que viniese ningún Robín Hood o “Petróleo Crudo” a “matarles el hambre, de vez en cuando y por un determinado tiempo, sin dejar de generarles habilidades para manejar tarrayas, botes, remos anzuelos, azadones para arar la tierra e instrumentos para fabricar las piezas del artesano y hasta saber administrarlos. El tránsito del capitalismo egoísta y rapaz en el cual vive la humanidad toda, no está al lado de su fosa y menos dentro de una urna. Está vivo y lo está tanto, que los modelos que hoy se intentan generar para que la vida humana se revitalice, no han pasado de reformas del mismo; y tiene una enorme capacidad mimética. Y no porque el mundo esté plagado de traidores, sino porque el cambio de sociedad no es competencia de un grupo de heroicos combatientes y menos de personajes como Robín Hood o “Petróleo Crudo”, sino es más complejo y lento, porque el hombre requiere aprendizaje. Y esto implica, entre tantas cosas, aprender a convivir trabajando todos en un espíritu de buena fe, generosidad, desprendimiento y en condiciones tales que la sociedad en su conjunto reciba “de cada a quien de acuerdo a sus capacidades” y estemos en aptitud y disposición de “dar a cada quien de acuerdo a sus necesidades”. Es decir, lo primero que tenemos que atender es a Confucio, en lo de enseñar a todo humano que sea posible a producir, asumir sus responsabilidades, participar y disposición a recibir lo que en justicia le corresponde y esto se logra impulsando formaciones socialistas y desprender al conjunto del control estatal. Pero en esto, pese haber mencionado a Confucio, no hemos sido ajenos a Marx, a quien en el texto anterior, dejé plasmado por lo dicho en su “Critica al Programa de Gotha”. Es un idealismo y hasta infantilismo, más ahora en estos tiempos, después de haber vivido tantas experiencias, seguir creyendo que el cambio del socialismo al capitalismo está a la vuelta de la esquina, es un asunto de esperar que la carroza pase para asaltarle, tumbar a quien ella conduce, quitarle el látigo y darle fuertes latigazos a los caballos, lanzarlos a la carrera y que el sólo jinete o conductor, con las riendas en las manos, opte por darle un nuevo rumbo. No importan quienes en la carroza vayan de pasajeros ni los vericuetos del camino. Y es más infantil seguir creyendo que, el asunto es encontrar un tesoro o la isla de Jauja y dedicarse a vivir de eso y de ella, sin trabajar, ni nada crear. Lo mismo que difunde y fortalece la idea que, sólo hace falta una vanguardia pequeña y embebida de los más bellos deseos, rectitud, bondad y honradez. Y que esa vanguardia audaz tome el gobierno, el Estado y despoje a los “ricos de todo lo que poseen y los reparta entre los pobres”, como si la sociedad toda fuese como el mar de mis tiempos y de mi barrio, con suficiente para todos y para siempre porque las demandas son pocas. Que nadie haga nada, se limite a andar de un lado a otro de la calle, con su libreta de racionamiento en el bolsillo y hacer uso de ella a la hora de comer. O como dijo un taxista cubano, “aquí unos pocos hacen las veces que trabajan y los patronos hacen las veces que pagan a aquellos su salario”. Hasta que deje de “llover café” y entonces nos atrapa la hambruna. La URSS que todo daba y hasta con una generosidad que no se expresaba en su propio espacio, se disolvió y a Rusia retornó el capitalismo, financiado por los capitales de las heroicas vanguardias y sus socios. Si Robín Hood y “Petróleo Crudo”, se juntan, donde sea, aquí o acullá, para decirlo con un arcaísmo, porque de eso hablamos, y despojan a los ricos de un sopetón de lo que tienen, sin que hayan fundamentos o bases, para que la dinámica productiva continúe y no nos dediquemos a arrancar los naranjos de las matas, vestirnos con las ropas de los almacenes que no vuelven a ser abastecidos y no hay quien nada elabore, consumir las medicinas existentes y quedar repantigados en cualquier solar, mientras la vanguardia se cuida de asegurarse un mecanismo de subsistencia sólido, todo se vendrá abajo, como se ha venido donde eso ha sucedido, pese los cronistas, en verdad seducidos por cantos de sirenas o por la belleza de esos cuentos como el de Robín Hood y hasta los de caballería que enloquecieron a Don Francisco Quijano, canten otras historias que ellos imaginan nuevas. Hasta la historia de viejas familias, de la nobleza y de los primeros tiempos del capitalismo, habla de sus descendientes inútiles, mal aconsejados y hasta acompañados, que quedaron en la ruina y por esta, hasta perdieron la decencia y el respeto. La herencia dilapidaron, se la comieron poco a poco sin cuidar de incrementarla o simplemente reproducirla, por no querer nada con el trabajo. Pues sus padres no les enseñaron o ellos no quisieron aprender a pescar, sino se dedicaron a vivir de los peces de una poza que, con el tiempo, el descuido, contaminó y acabó con las especies comestibles. Responder Reenviar Añadir reacción

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