CIRO BIANCHI ROSS , PERIODISTA , ESCRITOR Y ENSAYISTA CUBANO,

MIERCOLES 31, ENERO DE 2024 20:24 PM InicioCapitalinasCubaDeportesCulturaCiencia y tecnologíaSaludEconómicasOpiniónMundoHistoriaEspeciales Buscar Palabras de un escribidor PERIODISMO Ciro Bianchi Ross, periodista, escritor y ensayista cubano, Premio Nacional de Periodismo (2018), recuerda los inicios de su carrera y habla sobre sus nuevos proyectos 20 ENERO 2024 09:01:58 | MARIAN EUGENIA SERRANO ESTEPA ``Ese lector que yo siempre quise, lo logré en Juventud Rebelde, y el contacto con la gente que es importante”, afirmó el periodista. “Ese lector que yo siempre quise, lo logré en Juventud Rebelde, y el contacto con la gente que es importante´´, afirmó el periodista. Foto: Marian Eugenia Serrano Estepa Ciro Bianchi recorre la ciudad con la mirada curiosa. Para un habanero de cuarta generación conocedor de la historia de la capital pudiera resultar prescindible fijarse en los detalles. Sin embargo, él camina atento a las tarjas, a los edificios y columnas, a las calles y adoquines. Siempre está dispuesto a escuchar y conversa con las personas que lo detienen para preguntarle dudas o narrarle anécdotas. Llega a casa, entra a su estudio, lee, investiga sobre lo que llamó su atención y escribe. Luego de 22 años a cargo de una columna en la edición dominical de Juventud Rebelde, a veces no tiene idea de qué contar en la próxima crónica, pero La Habana no deja de ofrecerle motivaciones. Al leer sus trabajos resulta difícil imaginar que la vocación de Ciro Bianchi durante su infancia no fuese el Periodismo, sino la Medicina, aunque afirma que siempre le gustó hacer preguntas a la gente y anotar las respuestas en una libreta. "En mi casa existía mucho respeto hacia los grandes periodistas cubanos: Ramón Vasconcelos, Jorge Mañach, Luis Felipe Gómez-Wangüemert. Yo me crié en ese ambiente. Mi abuela y mi padre leían muchos periódicos y revistas, y veían programas informativos. También contaban historias y cuentos. Eso me llamaba la atención". A los 17 años comenzó a trabajar en el periódico El Mundo. Escribió un artículo y lo envió a Wangüemert, director del medio, quien le dijo que lo publicaría, y lo hizo el 21 de enero de 1967. "Luego le envié el segundo artículo, y al tercero me mandó a decir que pasara por la caja para que cobrara. Siempre me sorprendió que un hombre tan importante se fijara en eso´´. "Después la Universidad de La Habana cogió aquello para un taller escuela de la Escuela de Periodismo, y me botaron. Entonces fui para La Gaceta de Cuba, de la UNEAC, pero también me botaron por antisocial, porque era amigo de Lezama Lima". Luego empezó a escribir para la Revista Cuba. "Estuve siete años trabajando allí sin cobrar. Yo quería trabajar, pero las propuestas eran de sepulturero, cazador de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata o trabajar en una pizzería, y yo no acepté lo de la pizzería. Comenzaron a pagarme y seguí durante 45 años en la Revista Cuba, hasta que me botaron también. Desde 1967 hasta ahora no he parado". -¿Sus padres lo apoyaron en su decisión de ejercer el Periodismo? Sí. Nunca fue un apoyo explícito, pero creo que a ellos les gustaba. El problema era que no había dinero, El Mundo y La Gaceta de Cuba me pagaban, pero después no había dinero y ellos siempre estaban preocupados, ``¿de qué va a vivir?´´. Siempre se sintieron satisfechos con mis publicaciones, pero no hubo un apoyo explícito. -A lo largo de su carrera ha entrevistado a grandes personalidades de nuestro país como Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Dulce María Loynaz, René Portocarrero, y figuras de otros países como Oswaldo Guayasamín y Gabriel García Márquez. ¿Cuál ha sido la personalidad que más le ha impresionado conocer? Lezama. Creo que la entrevista que le hice es una buena entrevista. No creo que haya una entrevista mejor. De los extranjeros, como entrevistado, Miguel Otero Silva, escritor y periodista de Caracas. También está Julio Cortázar. Yo entrevisté a Cortázar sin tomar una nota. Esto se dice y no se cree. Él había venido a Cuba por el Premio Casa de las Américas, pero no iba a trabajar como jurado. Los demás miembros del jurado se fueron para Cienfuegos y él se quedó en La Habana. Yo lo llamé al mediodía, desde la Revista Cuba, en Reina y Lealtad. Le dije que quería entrevistarlo y me preguntó: ``¿Usted tiene tiempo ahora?´´. Le dije: ``Bueno, sí´´. Me respondió: ``Lo voy a atender a las 4:00 pm, en el bar del Hotel Riviera´´. Cuando llegué él me estaba esperando, empezamos a conversar y a las 7:00 pm me dijo que tenía un compromiso a las 8:00 pm y quería prepararse. Le pregunté si estaba de acuerdo en que publicara la conversación, y me dijo: ``¿Usted se acordará?´´. Después se fue, y yo me quede allí. Tomé notas de frases y cosas que me ayudaran a recordar la conversación. La entrevista con García Márquez me costó cinco años. Es una mala entrevista, bueno, tú haces la entrevista posible porque depende de muchos factores: del entrevistado, de tu estado de ánimo, de lo que quieran decir, de la mentira que te quieran dar. Todo tiene su momento. Ahora me cuesta trabajo porque cuando tomo notas después no entiendo la letra. Quiero entrevistar a Pedro Juan Gutiérrez, autor de Trilogía Sucia de La Habana; y a Dazra Novak. Quiero hacer un libro con eso, y entrevistar a Leonardo Padura también. En realidad, ya me cuesta trabajo porque prefiero la crónica, la que yo hago, porque la crónica es opinión y observación juntas. Yo hago una crónica que es más histórica, pero es lo que hago y tiene bastante demanda. Ya a estas alturas me cuesta trabajo hacer reportajes porque hay que ir a lugares. Es así. -También fue corresponsal de guerra en Angola y en Etiopía… Sí. Fue un trabajo encaminado a mostrar el lado más humano de la guerra. A eso fui, pero luego no se publicaron los trabajos. Primero estuve en Etiopía, y luego en Angola. -¿Cuánto tiempo estuvo allí? ¿En qué año fue? En 1984, todo el año 84. -¿Qué trabajo hacía allá? ¿Crónicas? Hacía crónicas y entrevistas, pero después no se publicaron. Solo se publicaron dos o tres cosas sobre las ciudades como Luanda, la gente de allí. -¿Ese trabajo fue para la Revista Cuba? Sí. Trabajé en la Revista Cuba desde 1972 y me fui de allí en 1985. Publiqué más de 3000 trabajos porque era mensual, pero yo tenía cinco seudónimos. Una vez me quedé trabajando solo con el director, y la revista no dejó de salir. -Al acercarnos a su obra, podemos encontrar los libros de entrevistas Las palabras de otro (1983); Voces de América Latina (1988); y La oreja de Dios (1998). ¿Cómo fue el proceso de creación de estas obras? Mi primer libro fue Las palabras de otro, y el último de entrevistas es Asedio a Lezama Lima y otras entrevistas. Después publiqué Secreto de confesión. Siempre he pensado en el libro. Soy un periodista que estoy convencido de que el destino último del Periodismo tiene que ser el libro. Yo puedo hacer un trabajo muy bueno hoy, y mañana nadie se acuerda. Si tenemos trabajos de Emilio Bobadilla, Julián del Casal, y de todos los grandes periodistas del siglo XIX es porque escribieron libros o porque alguien se encargó de recopilar sus trabajos. Siempre he trabajado pensando en el libro. Por ejemplo, mientras trabajaba en la Revista Cuba, comencé a hacer entrevistas a escritores cubanos, pensando que en algún momento me iba a dar un libro. Así fue, y después seguí con autores latinoamericanos. -Hablemos sobre su trabajo en Juventud Rebelde. Desde el año 2001, cuenta con una columna en la edición dominical, donde ha abordado mediante sus crónicas múltiples temas relacionados con la ciudad. De todos ellos, ¿cuál ha sido el que más le ha gustado investigar? La arquitectura de la ciudad me encanta, el urbanismo y la gente también. Decirte uno en específico… eso es un misterio. A mí me gustan, por ejemplo, las crónicas sobre crímenes y atentados, los duelos, donde hay sangre, esa cosa morbosa, que sé que a la gente también le gusta. Como te decía, la arquitectura me encanta, las calles San Rafael, Galiano… yo he visto ese esplendor y esa destrucción. La calle Galiano se tiró completa en una semana, de principio a fin, con aceras y todo. Yo vi esas calles de adoquines. En general, el urbanismo me gusta mucho. Un trabajo que me gustó fue el de los atentados en la calle de San Rafael, desde Infanta hasta El Cinecito. -¿Qué le gusta de Juventud Rebelde que no encuentra en otro medio? A mí siempre me gustó Juventud Rebelde. Siempre quise publicar allí. Un día publicaron una entrevista que le hice a Marc Cooper. La subdirectora me llamó para decirme que querían que yo publicara, porque esa página la llenaba García Márquez, él ya no iba a seguir, y querían que yo llenara ese espacio. Yo respondí: ``Por mí no hay problema´´. Primero hice un trabajo sobre Félix B. Caignet, llamado ``Paciencia, mucha paciencia´´. -En su obra vinculada a la investigación se destacan libros como Lezama disperso (2009) y Así hablaba Lezama Lima (2010), que evidencian su labor enfocada al estudio y difusión del legado de José Lezama Lima. ¿Qué lo inspira a investigar y escribir sobre este autor? Lezama es una gran figura de la cultura cubana. Yo tuve la suerte de conocerlo y tratarlo mucho. Iba a su casa dos veces a la semana. Su esposa fue mi profesora. Yo lo conocí en una conferencia que el ofrecía sobre poetas cubanos. Cuando yo llegaba él siempre estaba sentado en la biblioteca con su esposa, pero nunca hable con él en ese momento. En el año 1968, Lezama dio una conferencia sobre su vida y obra llamada Confluencia. Allí su esposa me lo presentó y fue la primera vez que hable con él. Después, en 1969 yo estaba haciendo un trabajo sobre Juan Ramón Jiménez en Cuba, y quería que en el libro estuvieran Fina García Marruz, Lezama Lima, y José María Chacón y Calvo. Entonces, fui a ver a Lezama y lo entrevisté. Lezama siempre me interesó. Cuando murió estaba prohibida su obra, en silencio total, no se mencionaba. Yo comencé a escribir el libro Imagen y posibilidad, con trabajos que él no había publicado. Seguí investigando y publiqué el Diario de Lezama. Después Cintio Vitier me llamó para la Edición Crítica de Paradiso. Otro tema que me interesa mucho es Federico García Lorca en Cuba. Siempre me ha gustado investigar sobre "la teoría del hueco": de qué no se ha escrito, o qué se ha investigado poco. En 1980, se cumplían 50 años de la visita de Lorca a Cuba, y me puse a investigar cosas que estaban equivocadas, otras que no se sabían. En esa etapa, entrevisté a Dulce María Loynaz. Nunca había entrado un periodista a casa de Dulce María después del triunfo de la Revolución. Me dijo: "Joven, usted que vive en el mundo, cuénteme qué pasa fuera". -¿Es un hombre de fe? ¿Yo? Sí, como no. -¿En qué cree? En mí. -Ahora le diré unas palabras. Respóndame con una frase que significa cada una para usted: Periodismo: La vida. Cultura: Comer. Familia: La mía. Amigos: Muy pocos. Juventud Rebelde: Un renacer. Me ha dado una dimensión que no pensaba tener. Ese lector que yo siempre quise, lo logré en Juventud Rebelde, y el contacto con la gente que es importante. La Habana: Es todo. Yo soy habanero de cuarta generación, que muy poca gente puede decir eso ya. Cuba: Que te voy a decir. Yo creo que siempre escribo con una cubanía bien visible. Todo lo que he hecho es muy cubano. -Por su trayectoria ha sido merecedor del Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí (1992), el Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro por la obra de la vida (1999), y el Premio Nacional de Periodismo José Martí (2018), entre otros reconocimientos. ¿Qué ha representado para usted ser galardonado con estos premios? ¿Cuál de ellos es el más significativo? El Premio Nacional. Yo soy el Premio Nacional. No he esperado nunca ningún premio. El Premio Latinoamericano me sorprendió, el de Periodismo Cultural me sorprendió más todavía porque era primera vez que se otorgaba, no sabía ni que estaba propuesto. Me dejaron un recado en la Revista de que fuera al Instituto Internacional de Periodismo que iban a decirme una cosa, y era eso. Para el Premio Nacional igual me entere así. Ni sabía que estaba propuesto, aunque sí lo había estado en años anteriores. El reconocimiento del público es muy importante. -La Habana es para usted una fuente de inspiración, y ha declarado en otras entrevistas que la ama intensamente, pero ¿qué cambiaría Ciro Bianchi de su ciudad en estos momentos? La ciudad duele. Hay que ver cómo está la ciudad. Está en su peor momento: la basura en la calle, el transporte, no hay una gastronomía popular. También muchas cosas que hizo Eusebio Leal se han ido abajo. Por ejemplo, Obispo ya no es el Obispo de Eusebio. Hay gente viviendo en lugares increíbles, en muchos lugares que han cerrado y la gente se ha metido allí a vivir, y aparte se permite. No se respetan las resoluciones ni las leyes. -¿En qué nuevos proyectos se encuentra trabajando actualmente? Quiero hacer un libro sobre los presidentes cubanos y otro sobre el Viejo Periodismo. Este último prácticamente lo tengo hecho. Todos hablan del Nuevo Periodismo, pero yo quiero hablar de las grandes figuras del Periodismo. -¿Qué mensaje le envía a los jóvenes que sueñan con dedicarse al Periodismo? Que se vuelvan imprescindibles en la redacción, que el director o el jefe de información sepa que puede contar con ellos para cualquier cosa, y que lo van a hacer bien. Es un sacrificio: horas de trabajo en vacaciones, leer y buscar, pero es lo que te lleva a la excelencia. -¿Qué lo hace feliz? Si tú supieras que leer el domingo la página de Culturales de Juventud Rebelde. Es como si fuera la primera vez. Antes esperaba el periódico en el portal y leía mi página. Ahora llega otros días: los lunes, los martes, pero me da mucha alegría. Eso me hace feliz. “Soy un periodista que estoy convencido de que el destino último del Periodismo tiene que ser el libro”, expresó Ciro Bianchi. Foto: Marian Eugenia Serrano Estepa Vea también:

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